miércoles, febrero 19, 2020

La armonía de un dragón

Kono Oto Tomare!

De vez en cuando aparecen series que yo categorizo como globales, series sencillas que contienen una perfecta mezcla de géneros. Chihayafuru, con la que la comparación de esta serie es inevitable, sería para mi el exponente máximo (ver reseña), pero también encajarían ahí series como "Uchuu kyoudai" (ver reseña) o ahora esta serie de Kotos.
Porque esta serie es total y maravillosamente recomendable y pone sobre la mesa una equilibrada mezcla de drama, comedia e incluso romance bajo el marco de una serie deportiva. Y poco más se puede decir, porque todo lo que se diga no hará justicia a la serie.
El punto de partida puede no parecer el más sugerente del mundo: un club de koto, ese instrumento de música clásico japonés que es básicamente una tabla enorme de madera con cuerdas encima. Tenemos el clásico club a punto de disolverse con un único integrante, pero pronto se unirán tanto un delincuente con problemas familiares como una prodigio del instrumento, así como unos pocos secundarios mas. Es la clásica serie donde, bajo el pretexto del koto, veremos como los personajes aprenden a madurar al tiempo que forjan entre ellos una sana amistad que les ayudará a superar sus problemas personales. Este trío de protagonistas está secundado por otros cuatro integrantes más y algunos secundarios, y la serie los trata a todos ellos muy bien dándoles sus momentos de gloria y unos desarrollos no supeditados a los que a priori parecerían los pilares de la serie. Se desarrollaran mientras se suceden competiciones bastante emocionantes y días de constante entrenamiento con mucho humor e incluso un poco de romance entre algunas parejas. Todo eso la serie lo hace perfectamente, con un desarrollo lógico y coherente, y con elegancia a la hora de plantear sus pequeñas trampas de guión o los momentos donde se fuerza un poco la trama en pos del dramatismo. 
Y si todo esto fuera poco, la serie tiene una factura técnica muy buena. La animación no es espectacular, pero cumple de sobra, y anima unos personajes con unos diseños preciosos y unos colores cálidos muy agradables. Tenemos un uso de tramas propio de shojo, así como unas deformaciones relativamente constantes en los fragmentos de comedia y algún que otro momento de puro simbolismo visual para reforzar los momentos más dramáticos de la serie. Pero donde la serie destaca en su apartado técnico es, por supuesto, en la parte sonora, donde vemos interpretar largas piezas de música con los kotos y donde estos se revelan para el público occidental como unos instrumentos tan versátiles como potentes al ofrecernos algunos minutos verdaderamente fascinantes. La serie es un su desarrollo y su ritmo poco menos que modélica, digna de ser tomada como referente a la hora de escribir cualquier manga, pero su aspecto visual y -sobre todo- su aspecto sonoro constituyen una rúbrica que la hacen verdaderamente apabullante.
Un auténtico imprescindible que facilmente podría optar al título de mejor anime del año pasado.

2 comentarios:

Lechu dijo...

Una cosa: si cierras el blog TE MATO. Dicho queda. Ahora, a los kotos.

Yo siempre digo que menos es más, y en este anime se cumple a la perfección. No innova, su historia no es compleja, pero apela a la sencillez y a esos sentimientos a flor de piel que caracterizan a la adolescencia. Lo mejor de todo es esa sensación de orden caótico al ver que esos sentimientos en erupción guían a la serie a buen puerto, ya sea la parte musical/competitiva, la amistosa, la amorosa, la familiar... El grupo de personajes se hace querer desde el minuto uno, la banda sonora es genial y el koto un instrumento con un aura sumamente atrayente.

Mi pega viene en el apartado técnico. No digo que sea una serie deficiente, cumple con su cometido y, por ejemplo, hay un especial cuidado de que haya coherencia entre el sonido del koto y la posición de cuerpos y manos de los interpretes, detalle que no siempre se cumple en estos animes, pero me parece que no está a la altura de una historia de este calibre.

Mira que hubo buenas series el año pasado, pero para mí esta es la mejor, por inesperada y por ser capaz de enamorar desde un punto de partida anodino en apariencia.

eter dijo...

Pues está jodida la cosa del blog ahora mismo, ha habido épocas en las que he pensado en dejarlo pero he continuado, pero en esta ocasión no me veo con fuerzas para continuar del mismo modo que siempre.

Tecnicamente yo lo veo bien, como dices, cubre con lo necesario... y luego ya sencillamente es una producción menor. Molaría ver el nivel de Hibike aquí, pero Kyoani es mucha Kyoani y el presupuesto de esta serie supongo que sería bastante más corto. Yo como fallo le vería que en su segunda mitad el ritmo es algo más flojo, en los últimos episodios el esquema de un episodio para cada actuación -si bien lógico y natural- hace que los episodios se hagan un poco largos.