Eiichiro Oda se supera capítulo a capítulo, y este 459 es una muestra más de su genialidad, de su dominio de la narrativa y del amor que siente por su obra. Porque Oda sorprende con la increible planificación de su historia de piratas.
Allá por el capítulo 100 -hace la friolera de más de siete años- Oda relataba como Luffy y cia se encontraban, nada más entrar en el "Grand Line" con una gigantesca ballena llamada Laboon que espera el retorno de unos dueños que ya nunca regresarían. Era una historia sobre la amistad triste y hermosa al mismo tiempo, y parecía a todas luces una historia menor y no demasiado importante (reflejaba a la perfección el espíritu romántico de la serie, pero no parecía relevante de cara a la historia principal). Craso error. No hay nada gratuito en One Piece. Ahora, 350 capítulos después, en mitad de una saga contra zombies, la compañía ha encontrado a los nakamas de la ballena. Y no puede ser un encuentro más hermoso y más romántico, porque la amistad es el valor más importante de la serie y los nakamas de Laboon no podían haberla abandonado porque sí. Sus nakamas murieron, y sólo queda uno con "vida", el esqueleto Brook que -aún sin carne y sabiendo que no encontrará lugar alguno en el mundo- seguirá viviendo hasta reencontrarse con la ballena porque le hizo una promesa y "no puede decir: lo siento, hemos muerto".
Seguramente Oda no pensó "voy a meter esta ballena para luego meter un esqueleto nakama dentro de 35 tomos" (aunque tampoco me sorprendería, estoy seguro de que Oda tiene planificado el grupo de héroes desde el principio -salvo Robin- y la idea de alguién que se resiste a morir para cumplir una promesa a un nakama es demasiado propia de la serie como para que sea improvisada). Pero, sea predemitado o sea improvisado como los gigantes en Ennies Lobby, no cabe duda de que es un retazo de genialidad increible. Con Brook no necesitamos un flashback (y de hecho estoy seguro de que jamás veremos su rostro "en vida") porque ya lo hemos vivido, porque ya conocemos su historia y ya nos hemos involucrado completamente en ella. Y ese detalle, como la pequeña nota de incluir al pirata Jonh -cuyo tesoro Buggy mencionaba en el tomo 25-, o a Ryuma -personaje de sus one shorts- demuestra el gran cariño y cuidado con los que el autor escribe su obra.
Un momento absolutamente fantástico...
ResponderEliminara mi la parte de la ballena, cuando la vi por primera vez, no me gustaba nada. Es muy One Piece, muy simpática y todo eso pero... joder, muy chorra.
ResponderEliminarSin embargo, como Oda la ha transformado para ser el eje en el que gira todo el personaje de Brook e implicarnos emocionalmente con él es sencillamente para quitarse el sombrero. Brook era muy carísmatico por todo lo que enumera Luffy, pero es que con un par de viñetas y una historia en apariencia ridícula como la de la ballena Oda lo ha convertido en un mugiwara de pleno derecho.
Exacto, Oda tiene una gran habilidad para convertir algo aparentemente poco relevante e incluso insulso o ridículo en algo tremendamente emotivo.
ResponderEliminarSalvando las distancias, me pasó lo mismo con el molinillo de Gen-san, por ejemplo.
Uff... lo del molinillo fue una escena que me sacó una lagrima. Es preciosa.
ResponderEliminarPero es algo mucho más cercano, todo en el flashback de Nami. A mi esto de la ballena, aunque sea todavía mejor, me ha recordado a cuando Sanji sacó su power-up contra Jabura. Es entonces cuando intuyes porque Zeff era "pierna roja"... y es bestial.
Pecando de ignorancia, a que se refieren con lo del molinillo de Gen-san????
ResponderEliminarEl padre adoptivo de Nami llevaba un molinillo en la cabeza porque a la Nami-niña le hacía reir.
ResponderEliminarEse mismo molinillo luego Nami se lo tatua -junto con una mandarina- para sustituir el tatuaje de Arlong.
Igualmente, como Luffy le promete a Gen que va a hacer sonreir siempre a Nami, este decide que ya no necesita más el molinillo y lo coloca en la tumbe de Bellemere.