El caso, el mito y el ultimatum Bourne
Llevaba mucho tiempo con ganas de ver las películas de Jason Bourne debido a sus -unánimes- excelentes críticas. El estreno de la tercera parte me ha dado la oportunidad perfecta para hacerlo. Y la sensación final no puede ser más satisfactoria. Esta pequeña trilogía suponen un claro paso adelante con respecto al manido cine de espionaje que ha hecho imperar James Bond y la saga Mission Impossible de Tom Cruise (aunque la primera de esta era excelente).
Lo más llamativo y atractivo de esta trilogía es que pretende ser realista, y eso es algo que se agradece en un género donde se tiende a convertir a los protagonistas en superhéroes (y Jason Bourne practicamente lo es, pero no se le ocurre meterse él solo en un bunker lleno de enemigos). Hay muchos pequeños detalles que se agradecen en la forma de contar las historias de Doug Ligman (director de la primera) y Paul Greenhass (director de las dos secuelas): las calles estan repletas de gente, las persecuciones lo están de tráfico y los coches que manejas son normales, los tiros y matan, los agentes se matan unos a otros, y la gente antes de morir no tiene tiempo para soltar un discursito aclarándolo todo. Las peleas son rápidas y espectaculares como sólo algo realista puede serlo. Las persecuciones en coche son mejores todavía, complejas, largas, llenas de tráfico y accidentes de todo tipo e impregnadas con un halo de realismo sencillamente sobervio. Además, la tecnología que usan es "verídica", con ello quiero decir que usan tecnología punta, pero que en ningún momento se sacan un gadget que lo arregle todo mágicamente.
Todo esto se le puede achacar al buen hacer de los directores, pero naturalmente tiene su base en los libros en los que se basa. Sin embargo, formalismos visuales al margen, los libros aportan algo mucho mejor: trama e historia. Porque lo mejor es que la historia que cuentan las películas resulta interesante, y uno se queda en la butaca queriendo saber que va a pasar y que secretos se esconden tras la amnesia del protagonista. Rober Ludnum creo un personaje perfecto para este tipo de cine, un asesino increiblemente eficiente que, amnesico, intenta recordar su pasado mientras este mismo le persigue. Ello nos proporciona una razón lógica para que el protagonista no sepa lo que sucede a su alrededor y lo vaya descubriendo -y además lo tenga que hacer sólo- y tambien nos da a un enemigo impresionante como es todo el servicio secreto americano. Porque ellos son los malos de la historia. En su nacimiento, el autor podía valerse de la guerra fría para mostrar un servicio secreto despiadado, ahora las películas usan el terrorismo internacional para que sus villanos puedan ampararse bajo la política del miedo a fin de justificar sus medios. En estas películas no encontramos un malvado villano que pretenda esclavizar el mundo con... una bacteria, un virus informático o un satélite que maneja el clima. Jason Bourne no salva el mundo, Jason Bourne se salva a si mismo, y eso resulta mucho más creíble y coherente que cualquier trama de James Bond. La historia de transfondo, pequeñas intrigas de política motivadas por la traición y la avaricia son siempre más simples, realistas y manejables. La política es un aspecto fundamental en la trama de Bourne, pues como he dicho no magnifican la figura del espia, más bien todo lo contrario. Jason Bourne no es más que un asesino, atormentado por ello y por no saber ser otra cosa. La trilogía de películas de Bourne es un alegato contra "la política del miedo". Son, por mucha gente que muera, películas pacifistas.
Ahora, comentaré un poco cada una de las películas:
El caso Bourne. La primera de todas. Me parece tambien, seguramente, la más floja de las tres. Principalmente por la presencia de Franka Potente y la trama romántica (que se me hace bastante pesada). Es la película, argumentalmente más compleja, pues se pierde bastante tiempo explicando al personaje y realizando su pertinente presentación (el tiempo no esta desaprovechado, eso sí). Las escenas de acción son más limitadas debido a la falta de "confianza" del protagonista, la persecución de Paris es sencillamente modélica, el enfrentamiento con Clive Owen es también muy bueno.
El mito Bourne. Argumentalmente carece de una trama tan sólida como la primera, a nivel político pues el personaje de Bourne esta más trabajado (memorable la última escena frente a la hija de sus primeras víctimas). Nos libramos de "la chica" y esto nos quita un lastre y "encabrona" a Bourne lo suficiente como para querer cargarse a todo dios. La acción no me gusta tanto como en la anterior (debido al estilo cuasi-documentalista de Greenhass con cámara en mano), pero el villano que encarna Karl Urban es el más terrible y carismático de todos los enemigos del protagonista.
El ultimatum Bourne. Quizás la mejor. La trama política vuelva a complicarse y, a pesar de que no termina de convencerme el papel de Joan Allen, el gran villano al que encarna David Strathairn (clásico perro viejo de la CIA curtido en mil batallas) llena la pantalla cada vez que aparece (en su defecto, no hay un gran "espia rival"). Hay más acción que en sus predecesoras, pero esta mejor rodada todavía y resulta sencillamente espectacular (la secuencia de Londres, o la persecución por los tejados de Tanger son sencillamente impresionantes). Quizás, al final, la película tenga un par de concesiones al guión fácil, pero eso no empaña un resultado más que notable.
Llevaba mucho tiempo con ganas de ver las películas de Jason Bourne debido a sus -unánimes- excelentes críticas. El estreno de la tercera parte me ha dado la oportunidad perfecta para hacerlo. Y la sensación final no puede ser más satisfactoria. Esta pequeña trilogía suponen un claro paso adelante con respecto al manido cine de espionaje que ha hecho imperar James Bond y la saga Mission Impossible de Tom Cruise (aunque la primera de esta era excelente).
Lo más llamativo y atractivo de esta trilogía es que pretende ser realista, y eso es algo que se agradece en un género donde se tiende a convertir a los protagonistas en superhéroes (y Jason Bourne practicamente lo es, pero no se le ocurre meterse él solo en un bunker lleno de enemigos). Hay muchos pequeños detalles que se agradecen en la forma de contar las historias de Doug Ligman (director de la primera) y Paul Greenhass (director de las dos secuelas): las calles estan repletas de gente, las persecuciones lo están de tráfico y los coches que manejas son normales, los tiros y matan, los agentes se matan unos a otros, y la gente antes de morir no tiene tiempo para soltar un discursito aclarándolo todo. Las peleas son rápidas y espectaculares como sólo algo realista puede serlo. Las persecuciones en coche son mejores todavía, complejas, largas, llenas de tráfico y accidentes de todo tipo e impregnadas con un halo de realismo sencillamente sobervio. Además, la tecnología que usan es "verídica", con ello quiero decir que usan tecnología punta, pero que en ningún momento se sacan un gadget que lo arregle todo mágicamente.
Todo esto se le puede achacar al buen hacer de los directores, pero naturalmente tiene su base en los libros en los que se basa. Sin embargo, formalismos visuales al margen, los libros aportan algo mucho mejor: trama e historia. Porque lo mejor es que la historia que cuentan las películas resulta interesante, y uno se queda en la butaca queriendo saber que va a pasar y que secretos se esconden tras la amnesia del protagonista. Rober Ludnum creo un personaje perfecto para este tipo de cine, un asesino increiblemente eficiente que, amnesico, intenta recordar su pasado mientras este mismo le persigue. Ello nos proporciona una razón lógica para que el protagonista no sepa lo que sucede a su alrededor y lo vaya descubriendo -y además lo tenga que hacer sólo- y tambien nos da a un enemigo impresionante como es todo el servicio secreto americano. Porque ellos son los malos de la historia. En su nacimiento, el autor podía valerse de la guerra fría para mostrar un servicio secreto despiadado, ahora las películas usan el terrorismo internacional para que sus villanos puedan ampararse bajo la política del miedo a fin de justificar sus medios. En estas películas no encontramos un malvado villano que pretenda esclavizar el mundo con... una bacteria, un virus informático o un satélite que maneja el clima. Jason Bourne no salva el mundo, Jason Bourne se salva a si mismo, y eso resulta mucho más creíble y coherente que cualquier trama de James Bond. La historia de transfondo, pequeñas intrigas de política motivadas por la traición y la avaricia son siempre más simples, realistas y manejables. La política es un aspecto fundamental en la trama de Bourne, pues como he dicho no magnifican la figura del espia, más bien todo lo contrario. Jason Bourne no es más que un asesino, atormentado por ello y por no saber ser otra cosa. La trilogía de películas de Bourne es un alegato contra "la política del miedo". Son, por mucha gente que muera, películas pacifistas.
Ahora, comentaré un poco cada una de las películas:
El caso Bourne. La primera de todas. Me parece tambien, seguramente, la más floja de las tres. Principalmente por la presencia de Franka Potente y la trama romántica (que se me hace bastante pesada). Es la película, argumentalmente más compleja, pues se pierde bastante tiempo explicando al personaje y realizando su pertinente presentación (el tiempo no esta desaprovechado, eso sí). Las escenas de acción son más limitadas debido a la falta de "confianza" del protagonista, la persecución de Paris es sencillamente modélica, el enfrentamiento con Clive Owen es también muy bueno.
El mito Bourne. Argumentalmente carece de una trama tan sólida como la primera, a nivel político pues el personaje de Bourne esta más trabajado (memorable la última escena frente a la hija de sus primeras víctimas). Nos libramos de "la chica" y esto nos quita un lastre y "encabrona" a Bourne lo suficiente como para querer cargarse a todo dios. La acción no me gusta tanto como en la anterior (debido al estilo cuasi-documentalista de Greenhass con cámara en mano), pero el villano que encarna Karl Urban es el más terrible y carismático de todos los enemigos del protagonista.
El ultimatum Bourne. Quizás la mejor. La trama política vuelva a complicarse y, a pesar de que no termina de convencerme el papel de Joan Allen, el gran villano al que encarna David Strathairn (clásico perro viejo de la CIA curtido en mil batallas) llena la pantalla cada vez que aparece (en su defecto, no hay un gran "espia rival"). Hay más acción que en sus predecesoras, pero esta mejor rodada todavía y resulta sencillamente espectacular (la secuencia de Londres, o la persecución por los tejados de Tanger son sencillamente impresionantes). Quizás, al final, la película tenga un par de concesiones al guión fácil, pero eso no empaña un resultado más que notable.
A falta de ver la última, coincido con tu comentario.
ResponderEliminarLas dos primeras me parecieron una buena muestra de cine de acción y espionaje, sin fantasmadas, muy realista y entretenida.
Eso es lo que espero encontrar en la tercera ^^
a mi esta tercera es la que más me ha gustado. Además de las típicas peleas y persecuciones (que siguen estando, y son mejores), hay muchos momentos donde bourne se saca de la manga un espionaje a la antigua con trucos y trampas para sus perseguidores (vease como se libra de sus perseguidores en Madrid, un momento memorable)
ResponderEliminarsí.... spoiler de poner dientes largos, de los que joden