La perfección automatizada

Seinfeld (8ª temporada)

Larry David ya no está. No importa, casi diría que hasta es mejor. Los primeros episodios -estando lejos del alcance de cualquier otra serie mortal- son algo vacilantes, pero pronto el equipo se da cuenta de que verdaderamente puede sacar adelante la serie sin su alma mater y la serie alcanza sus más gloriosas cotas de calidad. La temporada es más hilarante y extrema que ninguna otra, pensando en ella misma como en un canto de cisne, como un epílogo... los guionistas y el propio Seinfeld se atreven con todo. Kramer es más ocurrente que nunca; Elaine más susceptible, George más perezoso, tonto, egoista, tacaño y deleznable... y el propio Jerry abandona su rol de eje central y observador para pasar a ser un personaje más mezquino y malvado (y por tanto más divertido).

Argumentalmente la serie sube un poco el nivel de locura de sus predecesoras, con unas ideas que lleva al absurdo y al abstracto... pero que funcionan a la perfección en el universo que la serie misma ha construido a lo largo de siete años. La serie se mete con el antisemitismo, se mete con la muerte misma con Susan y Susie, se mete con Hollywood y, sobre todo, se mete con ella misma (inolvidable el capítulo de los "dobles"). La serie tiene un elenco de secundarios tan grande que y espectacular que es imposible no ver en un episodio ya a Newman o al gran Frank Costanza, y personajes como Jackie, Bania o Peterman aparecen brutalmente para enlazar el episodio actual con uno de hace varias temporadas con una frase o una referencia a un momento glorioso anterior de la serie. Y con eso todo funciona ya. La serie es tal monstruo que parece que sola puede funcionar ya, naturalmente hay un trabajo de guión brutal detrás... pero todo funciona con una naturalidad pasmosa. Hay alguna que otra trama que chirría más, como siempre, pero en esta trama las cuatro tramas que se suelen desarrollar en cada episodio están mejor desarrolladas y entrelazadas que nunca.

Y para rematarlo la dirección es mejor que nunca. Se atreven con todo y vemos escenas de todo tipo, con una variedad de escenarios que van desde el cuarto de un portero a el East River. Hay planos sorprendentemente complicados y ambiciosos para una serie de este ámbito, y la diversidad de decorados de cada episodio es tan grande que me resulta complicado imaginar como serían las grabaciones ante público.

Siendo esta mi serie favorita... al revisionar esta temporada ha continuado sorprendiéndome y haciéndome reír tanto o más como lo hizo hace más de una década. Lo único malo que tiene es que ya sólo me queda una temporada por volver a ver.