Hay películas especiales. Películas que te alegran el día como "La princesa prometida". Películas que siempre te entretienen como "Indiana Jones". Películas con una calidad extratosférica como "El apartamento". Y luego está:
MOMENTO MÍTICO 39 - Cadena perpetua
Tiene alguna que otra trampa de guión, y que duda cabe de que Andy tuvo mucha suerte durante las revisiones de celdas durante 19 años... pero está película, sencillamente, me parece la mejor de todas las que he visto.
Cadena perpetua narra los 20 años en prisión de Andy Dufresne, un banquero encerrado por el asesinato de su esposa. Una característica de muchas grandes obras es que viajan al infierno y extraen de él lo mejor de la humanidad, no se hasta que punto podemos decir que la prisión de Shawshank es un infierno (el sistema de prisiones americano mejoró bastante en la década de los 30) pero desde luego la larga muerte de la cadena perpetua es algo que desesperaría a cualquier hombre. La película es la lucha contra esa desesperanza. El como Andy se sobrepone a su tragedia y trata de hacer algo con su vida entre los muros de esa prisión. Bajo la narración de un siempre grandioso Morgan Freeman como Red, "el hombre que consigue cosas", vemos como Andy consigue ganarse la confianza de los guardias y alcaides y como consigue que en ocasiones sus compañeros se sientan hombres libres.
La película es una sucesión de escenas memorables. Cuando esta revisionando la película no puede evitar pensar continuamente "y ahora viene tal escena" o sencillamente maravillarse ante lo que está viendo. Algunas increíblemente tristes como las de los "institucionalizados" o la confesión del preso joven sobre la verdad del crimen de Andy, otras preciosas como la del alquitranado del tejado o la canción de música clásica por los altavoces. La película tiene un buen ritmo en el que las amenazas se suceden y se superen poco a poco hasta que al final la acumulación de todas ellas parece quebrar por completo al protagonista propiciando la noche más larga que el personaje de Red jamás hubiera vivido.
Una historia así pedía claramente una dirección clásica, y Frank Darabont cumple de sobra en su primera película. Buenos planos, unas actuaciones perfectas de un casting muy bien seleccionado, una buena banda sonora sin miedo a los silencios y alguna que otra concesión al simbolismo conforman una de esas extrañas películas en las que todo parece funcionar. Una oda a la esperanza en el escenario menos propicio para ello, una película en la que lo mejor de la humanidad se sobrepone a lo peor de ella misma.
El siguiente momento mítico nos presentará al más terrible de los monstruos