¿Quién no conoce a Edmond Dantés y su historia? La venganza del injustamente encarcelado joven se convirtió, inmediatamente después de su publicación a mediados del siglo XIX a manos de Dumas y Maquet, en un clásico universal, una de las obras de ficción más influyentes del mundo, la definición por excelencia de la VENGANZA con mayúsculas. Exceptuando Gankutsuou, no había visto ninguna adaptación de esta historia... desde pequeño siempre he tenido algunos libros marcados que no quería conocer de otra forma que no fuera en base a sus letras originales (curiosamente, por lo que veo por la red, posiblemente aquel anime futurista con mechas y vampiros sea la más fidedigna adaptación de la obra original). No obstante, el momento de viajar al castillo de If al fín había llegado en mi vida como lector. Así pues, demos paso a la reseña sobre el Dios de la Venganza.
La historia de esta novela de 1000 páginas es por todos conocida. Edmond es un joven al que la vida parece sonreírle en la Marsella previa a la guerra de los 100 días; tiene un trabajo con prosperas perspectivas y va a casarse con la hermosa Mercedes. No obstante, tres hombres a los que consideraba amigos pero que no soportan su buena fortuna le acusan en secreto de Bonapartista, unido ello a un procurador del rey que sólo ve en culpar a un inocente la forma de salvar su carrera, propiciará que los huesos de Edmund acaben en las mazmorras del castillo de If. Allí Edmund será olvidado, pero allí también conocerá al abate Faria, un pobre monje que respondería al ideal de hombre universal de Da Vinci. Edmund forjará amistad con Faria, que le instruirá en todos sus extensos conocimientos y le legará finalmente el tesoro secreto de los Sparda cuya ubicación conoce. Finalmente el abate morirá y, 14 años después de su injusto encierro, Edmund conseguirá escapar de la cárcel. Poseyendo una fortuna mayor de la que siquiera podría haber imaginado, Edmund se convertirá en un emisario de Dios bajo el nombre de "El Conde de Montecristo", dispensando recompensas a aquellos que le ayudaron y castigando a todos aquellos que le traicionaron.
Lo primero, son 1000 páginas. ¿Demasiadas? No, este es uno de esos libros que cuando vas por la página 600 maldices que solo te queden 400 más por leer. Naturalmente tiene sus altibajos, en algún que otro momento la trama principal se puede ralentizar y también se insertan algunas historias secundarias que no son tan sugerentes como la del Conde... pero la novela es un folletín del siglo XIX, es un libro que se publicó en periódicos capítulo a capítulo, y como tal esta pensado para enganchar desde el primer momento y ser sumamente disfrutable. La calidad de la novela es innegable, pero por encima de todo es una obra terriblemente entretenida.
El estilo de Dumas y sus colaboradores es el de un narrador omnisciente, que todo lo sabe y que además viaja en el tiempo o en el espacio acorde a sus deseos, es uno de esos narradores que habla con el lector y parece pedirle su opinión o su complicidad en algunos momentos. Maneja en torno a una veintena de personajes, pero todos ellos están bien definidos y vemos con sus pasados y sus acciones condicionan a otros tantos. Naturalmente el protagonista absoluto es el Conde, definición de fuerza y carisma que influye sobre todos (primero sobre el lector, pues es imposible no dejarse seducir por un personaje tan exageradamente grande y grandilocuente en todos sus actos o palabras), pero cada personaje tiene también su motivación y es coherente con ella. Todos los personajes suman y no hay ninguno que sobre, todos están ahí porque pintan algo en la historia. Las descripciones no son demasiado largas, y son necesarias y disfrutables pues la opulencia define en si al Conde; también aquí es digno de mención la más que notable descripción que hacen los autores de Marsella, Roma y Paris, así como de las sociedades mediterráneas de esa época (somos testigos del legado de Napoleón, así como de revoluciones en Grecia y España tangencialmente, la novela tampoco repara en evocar artistas de la época, presentar las costumbres de las clases más altas y bajas, y explicar algunos entresijos de política, leyes o el mercado de acciones). La acción es narrada con rapidez y claridad. El estilo de la novela es accesible y elegante.
El ritmo tiene algún que otro momento de bajón, como comentaba, pero en líneas generales es muy alto, con unos sucesos que acontecen rápido y una variedad de situaciones bastante notable. El desarrollo es una absoluta gozada por la tendencia a lo espectacular y misterioso del Conde en sus recompensas y por sus venganzas dramáticamente retorcidas y planeadas.
Las únicas pegas que le pongo al libro son ciertos pasajes en los que baja un poco el ritmo y que, en su recta final, cuando las cosas se le complican al Conde se ablanda un poco y la novela empieza con redenciones... cuando uno lo que quiere es ver al Conde ser absolutamente implacable.
Con todo el merecimiento del mundo, esta novela pasa a engrosar mi lista de lecturas no ya recomendables, si no sencillamente obligatorias.
La novela del Dumas Mayor es una cosa épica como pocas.. Buena reseña, Eter..
ResponderEliminarAunque me decanto más hacia las letras, a tu blog llegué por las reseñas de OP [que también es literatura visual de primer orden] y así he conocido un par de obras más que he ojeado con gusto..
Te dejo aquí la dirección de mi blog, puede que te agraden una cosa o hasta dos..
http://ruidocalavera.blogspot.mx/
¡Mi novela favorita! Recuerdo esos bajones de ritmo, pero al final sólo quieres más, que la historia continúe... pero todo lo bueno acaba.
ResponderEliminarJ., poético blog sin duda, aunque tanto la poesía como el teatro los puedo digerir de momento muy en pequeñas cantidades.
ResponderEliminarEl Tipo de la Brocha, es que hay pasajes tan buenos como todo lo de la carcel o la retribución posterior a los Morrel que luego todo lo de Peppino y Luigi Vampa en Roma corta algo el ritmo.
Al igual que tú, mi conocimiento de esta obra viene por la adaptación de Gankutsuou, así como la peli La Venganza del Conde de Montecristo (la de Caviezel del 2002).
ResponderEliminarGankutsuou me encantó, me pareció una maravilla. Eso sí, no puedo juzgar la adaptación, pero sí que tengo ganas de enfrentarme a este libro alguna vez...
Una pena que la mayoría de la gente sólo conozca a Dumas por los Mosqueteros. Es curioso que las adaptaciones animadas de ambas novelas sean tan poco convencionales (me refiero a Dartacan). Gankutsuou es puro arte visual, no se parece a nada visto anteriormente, muy recomendable.
ResponderEliminarMi otra adaptación favorita de la novela es la miniserie protagonizada por Gérard Depardieu, uno de sus mejores papeles, tras verla me es imposible imaginarme al Conde sin el rostro del actor.
Raistlin, Gankutsuou es muy fiel... aunque diría que en algunas cosas se pasa de cruel, y bueno, mola más el monje que todo el rollo con los ojos que le salen en la cabeza al prota.
ResponderEliminarAnonimatus, no suelo ver muchas adaptaciones porque prefiero los libros... pero se me hace raro lo que dices, más que nada porque Depardieu -que tiene una gran presencia- no es fisicamente el Edmundo Dantés que yo particularmente imagino al leer la novela.