Así a grandes rasgos, esto es una mala serie que no puede recomendarse especialmente. En un principio parece simpática, y hay algunos personajes que caen bien así como algún que otro momento en el que la serie te arranca alguna sonrisa... pero es una mala serie.
La premisa nos coloca un laboratorio de investigación de universidad donde una estudiante le confiesa su amor, o su sospecha de enamoramiento a otro, y como ambos son muy listos intentarán determinar de una forma científica que es el amor.
La idea, sin ser nada especialmente original, no esta mal. La serie se cimenta en esa idea de la ficción actual que nos presenta genios que son muy inteligentes pero que son incapaces de pensar con una lógica normal y lo interpretan todo de una forma literal. Hay que suspender un poco la credulidad para creer que personas de 24 años actúen como adolescentes imberbes, pero el contraste de esta pareja con el resto de miembros del laboratorio -también con sus correspondientes particularidades- funciona bien, y en general la serie es divertida cuando se dedica a parodiar, diseccionar y divagar sobre los tópicos de los shojos o las comedias románticas mientras al mismo tiempo se muestra terriblemente respetuosa con el método científico y expone algunos teoremas o problemas bastante conocidos.
El problema es que la serie no tiene nada más allá de su punto de partida, y pronto este pierde su frescura y lo simple y estúpido de su idea comienza a jugar en contra de la propia serie.
El autor, una vez que exprime el recurso de presentar personajes se muestra preocupantemente falto de ideas para proseguir la serie, hasta el punto de que usa la -en extremo arcaica- solución de introducir un personaje cuyo único fin es dinamizar la relación entre los protagonistas.
Y a la narrativa floja de la serie se le unen unos valores de producción también bastante discretos, donde hasta he de mencionar el extraño diseño de la prota, con un cuerpo de actriz porno enfundado en una falda que no puede ser más incómoda para andar por un laboratorio movida por una animación bastante deficiente.
Es una serie que cuando empiezas a verla parece simpática, pero que llegado un momento pierde toda su gracia y se ve con muchísima desgana.
Al menos no es la serie de la científica canija que en el primer episodio intenta que el prota beba su orina para un experimento...
ResponderEliminar"Ueno-san" era aquella, no?
ResponderEliminarNo pude ni con el primer episodio entero, y eso que era de las cortas
Yo estoy bastante lejos de verla como una mala. Creo que me gustó más que Kaguya-sama en todo excepto el no tener al gran Ishigami, y mira que ambas comparten algo en común: meterte al final un drama que no le importa a nadie.
ResponderEliminarPor lo demás en general me reí mucho y la encontré muy disfrutable y altamente interesante hasta que se armó en los dos episodios finales, donde la tontería se alargó y la mangaka se volvió insufrible.
Yo con Kaguya no te pienses tampoco que soy muy entusiasta... muy irregular para mi gusto.
ResponderEliminarA mi el concepto de esta me gustaba, pero hacía aguas por muchas partes. La mangaka final es insufrible, pero antes ya cosas como lo de los cuentos, o ese otaku que luego sabe multiplicar de milagro no me gustaron nada