Uno de los mangas más populares de estos últimos años ha celebrado su centanario y creo que es el momento adecuado de analizar su evolución con respecto a lo que en un principio me parecio.
El manga de Hiro Mashima, como ya comenté entonces, se encuadra dentro de esa conjunto de series que podemos decir tratan de imitar más a "One Piece" que a "Dragon Ball". Es un manga donde el sentido más puro de la aventura -y en este caso de la magia- cobran más importancia que los combates. Las premisas iniciales de la serie me gustaban, un humor desenfadado y absurdo sobre unos personajes ridículos por momentos pero firmes en sus convicciones. Los parecidos, tanto visuales como narrativos, con la obra de Eiichiro Oda son más que evidentes. No obstante, Fairy Tail sale perdiendo en la comparación y la brecha que los separa da la impresión de hacerse más y más ancha a cada capítulo que pasa (One Piece resulta más fresca en su capítulo 500 que esta serie al cumplir el centenar). La serie tiene dos graves problemas que en cierta manera se minimizan el uno al otro pero que le impiden despegar.
El primer problema, y el menos importante, son los combates. Cada mago tiene una forma distinta de luchar enfocada al tipo de magia que practica, sin embargo, este elemento que debería servir para diferenciar las diversas batallas y darles un toque de originalidad e ingenio similar al que las frutas demoniacas dan a One Piece aquí se queda reducido a mera anécdota al resultar todas las magias monstruosamente poderosas. Es un "piedra-papel-tijera" en el que unas tijeras suficientemente fuertes son capaces de destrozar una piedra. Además, no existe una escala de poder verdaderamente bien definida y no se tiene la verdadera sensación de que el protagonista haya sufrido para alcanzar el nivel de su contrincante (podríamos decir que, desgraciadamente, se ganan muchos combates por "la fuerza de la amistad").
Este defecto de los combates se ve parcialmente reducido por el otro defecto de la serie: su ritmo endemoniado. Los combates no son demasiado largos y ello nos libra de los insustanciales capítulos para alargarlos habítuales en los shonnen, pero esta virtud queda claramente contrarrestada por el terrible problema que el frenetismo de este manga constituye para su desarrollo argumental. Todo sucede a una velocidad sencillamente desmesurada. Este ritmo alto es muy recomendable para los primeros capítulos porque sirve para definir rapidamente a la serie y a sus personajes, pero una vez que se ha superado el medio centenar de capítulos y se ha sumergido ya al lector en el universo creado, las tramas han de ser más complejas y exponerse más pausadamente. Aquí no. La trama de "Phantom lord" apenas ocupaba una veintena de capítulos y la presenta saga de "Titania y Jeral" no llegará a los treinta. Son sagas importantes que redefinen a los personajes; la primera afianza los conceptos principales de la serie y la segunda supone un acontecimiento capital a nivel mundial en el mundo de Mashima. Tales sagas no pueden ser tan cortas, les resta intensidad emocional. Un ejemplo claro de como manejar estas situaciones lo tendríamos en One Piece, donde la saga de Nami-Arlong sería equivalente a la de Lucy y la de Robin-CP9 a la Erza; en ambas tanto el tratamiento de la historia y su narración, como la propia ubicación de estas en la historia global, resultan mucho más acertadas. Es, Fairy Tail, sencillamente, una serie demasiado precipitada, y ello resta importancia siempre a las aventuras que los protagonistas estan viviendo.
Virtudes, resulta innegable, también las tiene. El mundo creado por Mashima es bastante original y se intuye un interesante transfondo a desarrollar en futuras sagas (aunque aquí me reafirmo en que "Jeral" es una carta que se ha jugado demasiado pronto). Existen todavía varios hilos argumentales a desarrollar y Mashima parece -en mayor o en menor medida- tenerlos todos pensados y nos va preparando sutilmente con pequeñas pistas. El manga esta repleto de personajes y resulta sorprendente la facilidad del autor para no dejar de lado demasiado a ninguno de ellos y presentar perfectamente a secundarios del gremio que no parecen destinados a grandes actos en el futuro. El grafismo de la serie, es bastante bueno una vez que uno se acostumbra a esta particular escuela de diseño; quizás se eche en falta un mejor uso de los fondos y alguna que otra lección de anatomía humana (aunque esto no deja de ser un defecto propiciado por el propio diseño de los -en especial "las"- personajes). No obstante, la originalidad, tanto en diseños de personajes como de hechizos es más que notable (y de ambos hemos visto un amplio surtido hasta la fecha). El dibujo de Mashima además es terriblemente limpio. Así pues, a nivel técnico la serie sobrevive perfectamente y -a pesar de los parecidos con One Piece- logra tener una propia entidad visual. Lo único que verdaderamente echaría en cara al autor sería el fanservice en ocasiones absolutamente gratuito que nos regala con los planos.
Por supuesto, el humor es una de las grandes bazas de la serie. Humor completamente absurdo y surreal de unos personajes que ni en el más serio de los momentos pueden librarse de sus particulares complejos. Es esta presencia del humor, capital para el desarrollo de los personajes y de la trama, lo que facilita enormemente la lectura. Si bien el humor, como siempre en estos casos, se basa en algunas particularidades-obsesiones muy particulares de los personajes, no llega a hacerse excesivamente repetitivo. Tampoco, al contrario que One Piece, es una ametralladora de gags, lo cual relaja un poco la carga cómica y resalta los propios chistes, siendo en algunos momentos muy efectivos.
No obstante, todas estas excelentes impresiones que la serie me había dejado durante sus primeros cincuenta capítulos, que verdaderamente la catapultaban en la misma dirección de One Piece, se han ido echando a perder poco a poco con el paso de los episodios. Los acontecimientos, como he dicho, se han precipitado y esta elevada velocidad de narración -paradojicamente- repercute en el ritmo de la serie. Los personajes han crecido y Mashima nos ha dado pequeños anticipos de las tramas futuras, pero ritmo frenético lo hace parecer todo demasiado rápido y fácil, restándole el necesario componente de épico sufrimiento que este tipo de obras necesitan. Además, este desarrollo frenético de la trama ha traído con él unos enemigos terriblemente poderosos, desmesuradamente poderosos me atrevería a decir. Lo cual ha roto el equilibrio de los combates y los ha convertido en una simple sucesión de hechizos donde importa más la fuerza que la técnica, perdiendo la frescura y originalidad de estos en sus comienzos.
Es, en resumen, una serie muy recomendable, pero por desgracia parece estar quedándose lejos de la pequeña maravilla a la que apuntaba en sus primeros tomos.
El manga de Hiro Mashima, como ya comenté entonces, se encuadra dentro de esa conjunto de series que podemos decir tratan de imitar más a "One Piece" que a "Dragon Ball". Es un manga donde el sentido más puro de la aventura -y en este caso de la magia- cobran más importancia que los combates. Las premisas iniciales de la serie me gustaban, un humor desenfadado y absurdo sobre unos personajes ridículos por momentos pero firmes en sus convicciones. Los parecidos, tanto visuales como narrativos, con la obra de Eiichiro Oda son más que evidentes. No obstante, Fairy Tail sale perdiendo en la comparación y la brecha que los separa da la impresión de hacerse más y más ancha a cada capítulo que pasa (One Piece resulta más fresca en su capítulo 500 que esta serie al cumplir el centenar). La serie tiene dos graves problemas que en cierta manera se minimizan el uno al otro pero que le impiden despegar.
El primer problema, y el menos importante, son los combates. Cada mago tiene una forma distinta de luchar enfocada al tipo de magia que practica, sin embargo, este elemento que debería servir para diferenciar las diversas batallas y darles un toque de originalidad e ingenio similar al que las frutas demoniacas dan a One Piece aquí se queda reducido a mera anécdota al resultar todas las magias monstruosamente poderosas. Es un "piedra-papel-tijera" en el que unas tijeras suficientemente fuertes son capaces de destrozar una piedra. Además, no existe una escala de poder verdaderamente bien definida y no se tiene la verdadera sensación de que el protagonista haya sufrido para alcanzar el nivel de su contrincante (podríamos decir que, desgraciadamente, se ganan muchos combates por "la fuerza de la amistad").
Este defecto de los combates se ve parcialmente reducido por el otro defecto de la serie: su ritmo endemoniado. Los combates no son demasiado largos y ello nos libra de los insustanciales capítulos para alargarlos habítuales en los shonnen, pero esta virtud queda claramente contrarrestada por el terrible problema que el frenetismo de este manga constituye para su desarrollo argumental. Todo sucede a una velocidad sencillamente desmesurada. Este ritmo alto es muy recomendable para los primeros capítulos porque sirve para definir rapidamente a la serie y a sus personajes, pero una vez que se ha superado el medio centenar de capítulos y se ha sumergido ya al lector en el universo creado, las tramas han de ser más complejas y exponerse más pausadamente. Aquí no. La trama de "Phantom lord" apenas ocupaba una veintena de capítulos y la presenta saga de "Titania y Jeral" no llegará a los treinta. Son sagas importantes que redefinen a los personajes; la primera afianza los conceptos principales de la serie y la segunda supone un acontecimiento capital a nivel mundial en el mundo de Mashima. Tales sagas no pueden ser tan cortas, les resta intensidad emocional. Un ejemplo claro de como manejar estas situaciones lo tendríamos en One Piece, donde la saga de Nami-Arlong sería equivalente a la de Lucy y la de Robin-CP9 a la Erza; en ambas tanto el tratamiento de la historia y su narración, como la propia ubicación de estas en la historia global, resultan mucho más acertadas. Es, Fairy Tail, sencillamente, una serie demasiado precipitada, y ello resta importancia siempre a las aventuras que los protagonistas estan viviendo.
Virtudes, resulta innegable, también las tiene. El mundo creado por Mashima es bastante original y se intuye un interesante transfondo a desarrollar en futuras sagas (aunque aquí me reafirmo en que "Jeral" es una carta que se ha jugado demasiado pronto). Existen todavía varios hilos argumentales a desarrollar y Mashima parece -en mayor o en menor medida- tenerlos todos pensados y nos va preparando sutilmente con pequeñas pistas. El manga esta repleto de personajes y resulta sorprendente la facilidad del autor para no dejar de lado demasiado a ninguno de ellos y presentar perfectamente a secundarios del gremio que no parecen destinados a grandes actos en el futuro. El grafismo de la serie, es bastante bueno una vez que uno se acostumbra a esta particular escuela de diseño; quizás se eche en falta un mejor uso de los fondos y alguna que otra lección de anatomía humana (aunque esto no deja de ser un defecto propiciado por el propio diseño de los -en especial "las"- personajes). No obstante, la originalidad, tanto en diseños de personajes como de hechizos es más que notable (y de ambos hemos visto un amplio surtido hasta la fecha). El dibujo de Mashima además es terriblemente limpio. Así pues, a nivel técnico la serie sobrevive perfectamente y -a pesar de los parecidos con One Piece- logra tener una propia entidad visual. Lo único que verdaderamente echaría en cara al autor sería el fanservice en ocasiones absolutamente gratuito que nos regala con los planos.
Por supuesto, el humor es una de las grandes bazas de la serie. Humor completamente absurdo y surreal de unos personajes que ni en el más serio de los momentos pueden librarse de sus particulares complejos. Es esta presencia del humor, capital para el desarrollo de los personajes y de la trama, lo que facilita enormemente la lectura. Si bien el humor, como siempre en estos casos, se basa en algunas particularidades-obsesiones muy particulares de los personajes, no llega a hacerse excesivamente repetitivo. Tampoco, al contrario que One Piece, es una ametralladora de gags, lo cual relaja un poco la carga cómica y resalta los propios chistes, siendo en algunos momentos muy efectivos.
No obstante, todas estas excelentes impresiones que la serie me había dejado durante sus primeros cincuenta capítulos, que verdaderamente la catapultaban en la misma dirección de One Piece, se han ido echando a perder poco a poco con el paso de los episodios. Los acontecimientos, como he dicho, se han precipitado y esta elevada velocidad de narración -paradojicamente- repercute en el ritmo de la serie. Los personajes han crecido y Mashima nos ha dado pequeños anticipos de las tramas futuras, pero ritmo frenético lo hace parecer todo demasiado rápido y fácil, restándole el necesario componente de épico sufrimiento que este tipo de obras necesitan. Además, este desarrollo frenético de la trama ha traído con él unos enemigos terriblemente poderosos, desmesuradamente poderosos me atrevería a decir. Lo cual ha roto el equilibrio de los combates y los ha convertido en una simple sucesión de hechizos donde importa más la fuerza que la técnica, perdiendo la frescura y originalidad de estos en sus comienzos.
Es, en resumen, una serie muy recomendable, pero por desgracia parece estar quedándose lejos de la pequeña maravilla a la que apuntaba en sus primeros tomos.
Yo ando bastante decepcionado con los shonens.
ResponderEliminarMe desagrada que los autores no sepan moderar las escalas de poder. Y es algo común en prácticamente todos ellos.
Algo que no pasaba, o no era tan descontrolado en los shonens más clásicos.
A mí el shonen de hoy en día la verdad es que me la repanpinfla, parece que los autores están encerrados en un torbellino descontrolado de tópicos, repeticiones de esquemas y nula originalidad. Naruto, Bleach, One Piene, FMA... tebeos diferentes en concepción pero que si uno los analiza con la cabeza bien fría, vienen a ser distintos envoltorios para un mismo caramelo. Y de los spokon ya ni hablamos...
ResponderEliminarLa época dorada de este género quedó bien atrás, donde se hacían historias con frescura (que no carentes de diversos fallos) y con personajes que perduran en el recuerdo, dónde la presión editorial no era tan desmesurada y el público japonés no era tan estúpido.
Mentalidad de viejo que tiene uno, ains...
Saludos eter.
shonn, no sé, las escalas de poder siempre han sido una constante en estos mangas. En Saint Seiya o Yaiba -ejemplos ochenteros puros y duros- pasaba igual, y creo que de una manera hasta más descarada.
ResponderEliminarNo obstante, yo creo que el problema aquí es la pretenciosidad de muchas de estas obras. Un shonnen puro y duro, por definicion, tiene una mierda de historia -seamos francos-, sólo aquellos mangas que se den cuenta de ello pueden trascender a algo más.
kururin. Creo que aquí pasa algo que se da en muchas ocasiones y es que "el más grande" destroza el género. Dragon Ball tenía virtudes y tenía defectos, pero cosecho tanto éxito que las editoriales pensaron que el camino para repetir ese éxito era, sencillamente, repetir los esquemas. Bleach y Naruto son los máximos exponentes actuales, creo que One Piece es más heredera de Dragon Ball que de Dragon Ball Z (por decirlo de alguna manera), y FMA -aunque se que a ti no te gusta- parte de la ventaja de unos capítulos más largos para desarrollar una trama más compleja y sugerente.
Creo que Fairy Tail toma el camino de One Piece y esos mangas ochenteros sencillos, alegres y directos. Es una historia bohemia y romántica, pero ultimamente ha perdido la frescura en los combates.
Bueno, en el momento de decir eso, yo iba más pensando en obras como Ranma 1/2 y Dragon Quest, que Saint Seiya jeje
ResponderEliminarSaint Seiya la recordaba con nostalgia. Y la retome no hace mucho por scans, y no pude pasar del cuarto tomo.
La herencia que dejó Dragon Ball, no es muy positiva.
Aunque yo creo que Naruto y Bleach se movieron por un tiempo con bastante soltura.
Pese a que lo que ofrecen ahora es un espejismo mediocre de lo que fueron.
Me leí el one shot de FT en su momento de 70 y pico páginas y ahi me quedé. Quizás la serie valga o no pero hay ya demasiados shonens clónicos.
ResponderEliminarNaruto la sigo porque es el primer manga que me hice y porque pese a sus innumerables defectos, tiene un gran cartel de secundarios(sin contar Sasuke grr) y una historia que avanza, lenta pero segura.
One Piece como ya comenté en mi blog me ha sorprendido agradablemente y tras el bajón(para mi) de la saga de Skypea, ahora que estoy en pleno Water Seven estoy disfrutando como un enano.
En cuanto a repetitivos, quizá sea más culpa de las editoriales que de los autores, quizás muchos de ellos quieran hacer cosas distintos pero la presión porque la serie llege a tantos tomos o que cierto personaje venda mucho y deba salir más(AKA Sasuke) hacen que las series se resientan.
PD: Dragon Quest pese a que se vuelve algo repetitiva(dicen) hacia los ultimos tomos, me parece una pequeña maravilla de shonen y deseando estoy tenerla ya.
Es verdad, FT va a un ritmo bastante alto. Si disminuyera un poco...
ResponderEliminarSobre Fairy Tail, yo la sigo sin pedirle nada, porque simplemente me parece que no puede dar nada. Entretiene, fin.
ResponderEliminarSobre Naruto... me gustaría decir que es el único shonen que no ha aumentado de nivel, al menos por donde voy yo (anime). ¿Necesita Naruto sacar colas en cada combate o acaso Neji no tendría problemas para vencer a Zabuza cuando se presentó? Mayor control de subida de nivel no vais a encontrar en ningún otro shonen, al menos reconocerle eso, sino me plantearé la posibilidad de que estemos hablando de series diferentes...
shon, bueno, es que Ranma tira más por la comedia y el romanticismo que por las peleas (de Dragon Quest no puedo hablar, pues no la he leído).
ResponderEliminarNaruto, Bleach y el resto de series actuales suelen tener unos 10 tomos de presentación y después comienzan a desarrollar su trama. Particularmente creo que esa decena de tomos que van entre el 10 y el 20 suelen ser los mejores; la historia y los personajes son frescos y comienzan a verse las primeras pinceladas de una gran historia. El problema es que después la frescura se pierde y la historia, al mostrarse, demuestra que no deja de ser literatura de segunda -o incluso tercera- división.
pennywise, particularmente creo que, si te esta encantando "One Piece", te encantará tambien esta serie. No es tan buena y, como digo, esta perdiendo mucho últimamente, pero es lo más parecido a una "hermana pequeña" que tiene la genial serie de Oda.
La saga de Skypea para mi gusto es casi la peor desde que entran en el nuevo mundo. Es bohemia, muy romántica y muy aventurera, pero también se tiene la sensación de que se pierde el foco de la historia principal.
jeparla, lo normal habría sido que la historia de Lucy fuera para el 100, que después tuvieramos alguna que otra gran saga para comenzar a presentar la historia y que este pasado de Erza hubiera sido desplazado hasta el 200. Ello habría mejorado el ritmo y podríamos tener una serie de 400 capítulo perfectamente, ahora mismo, con esta velocidad, no le veo que supere por mucho los 250.
otakulogan, no sé, para mi gusto esta dando mucha prioridad a unas peleas carentes de emoción y a un drama que -por precisamente la poca epicidad de las batallas- carece de demasiada fuerza. Esta perdiendo parte de su ligereza inicial y no lo esta compensando con guión.
Con Fairy Tail voy por el capitulo 40 más o menos y me gusta aunque ya estoy notando todas esas sensaciones que comentas eter en tu reseña. Creo que tiene grandes personajes y tiene buenas dosis de humor pero parece que se va frenando por momentos.
ResponderEliminarEl problema del shonen actual ya no son tanto las historias, que pueden ser mejores o peores segun el caso, sino la incapacidad que tiene de innovar por cosas nuevas. Y lo que no sé es si esa incapacidad viene porque las editoriales lo prefieren así o bien porque hay un problema de originalidad de los autores. De todo habrá.
Al final voy a echar de menos shonens como Toto de Yuko Osada xD
El problema es que estamos viendo ejemplos en los que cancelan series antes de llegar a la veintena de episodios, es decir, tienen que enganchar mucho y hacerlo rápido.
ResponderEliminarFairy Tail es un producto que se ve muy estudiado. Hay humor y acción -y para rematar fanservice para dar y tomar- y además resulta inútil negar que tiende a imitar el estilo del shonnen más exitoso de estos tiempos: One Piece.
Pero esta no es la serie de Oda, se la nota muy comprimida y me temo que Mashima no tiene preparada una historia tan fuerte como la de la serie de Luffy.
eter, lo que me has dicho no sé si va sobre Fairy Tail o sobre Naruto...
ResponderEliminarSupongo que sobre Fairy Tail. Francamente, ¿le tendrías en tan alta estima si no copiara conceptos de One Piece? Es que la serie no tiene apenas nada... si le quito importancia a los combates, ¿que queda? Ya se ha demostrado que ningún secundario va a molar (y a mi los protagonistas no me gustan), los del consejo son peleles, no hay ninguna historia en la sombra emocionante (lo de los dragones va a ser otro "Jeral", ya verás...) y ya se ha quemado el argumento de las batallas de clanes. Le queda el humor, que yo ya aborrecía en el capítulo 1.
Me gusto mucho el dibujo de Hiro, pero sus historias no: ni Rave, ni Monster Orage, ni Fairy Tail (y las tres son asombrosamente parecidas).
Hablaba sobre Fairy Tail, Naruto no la sigo ya y sencillamente me da algo de pereza hablar de ella.
ResponderEliminarA mi Fairy me gusta precisamente porque es heredera del estilo de One Piece, me gustan estas historias ligeras y bohemias donde los ideales de los personajes lo son todo. Pero es cierto que las peleas son flojitas y, yo también tengo la sensación de que Mashima ha quemado cartuchos importantes demasiado pronto. Pero, bueno, tendré que confiar en él, no me queda otra.
Uf!
ResponderEliminarQue análisis... así dan ganas de volver a leer los blogs del rubro.
Felicitaciones!
Saludos!