Bakemonogatari
Shinbou Akiyuki es una de esas personas a las que habría que hacer un monumento. La mente de este hombre no ha de ser normal, ha dirigido productos como "Negima?!" o "Hidamari Sketch" que no dejan de ser normales, pero en ocasiones ese estudio con tendencia al desdén más absoluto por las convicciones visuales que es SHAFT le da carta blanca. Y así nacen series como la gran "Maria + Holic", la surreal "Zetsubou-sensei" o la sencillamente inclasificable "Arakawa under the bridge". Extraña en su argumento y surreal en sus formas, esta "Bakemonogatari" es una de esas series que sólo son posibles en la animación japonesa.
¿De qué va esta serie? Es dificil definir esta serie, sería algo así como un harem sobrenatural y gore con tendencía a la parodia y a las reflexiones más sesudas y existencialistas. Araragi-kun es un muchacho que, tras un incidente con una vampiresa que nos es omitido, comenzará a cruzarse con fenómenos paranormales. Fantasmas, espíritus, demonios, posesiones... se cruzaran en la vida de varias chicas con las que él casualmente se cruzara en tal momento. Las chicas se corresponden con los estereotipos del género harem.... pero llevando los tópicos hasta el infinito y, una vez allí, se valé de los principios de la física cuántica para deformarlos con surrealistas conversaciones sobre temas intrascendentes. Asi Hanekawa es la chica tímida enamorada del prota, Kanbaru es la deportista hiperactiva, Sengoku es una suerte de loli convertida en femme fatal inocente, Hachikouji es la hermanita dolor de cabeza, y luego por último tenemos a la gran Senjougahara que es una tsundere brutal que llena la pantalla con su sola presencia y su lógica absurdamente indiscutible.
La serie avanza mediante el enfrentamiento con diversos tipos de problemas sobrenaturales -puramente japoneses- mientras el prota congenia con estas féminas. Decir que el noviazgo -surrealista pero precioso- con Senjougahara esta claro desde el principio y que el resto de las chicas suelen adoptar pronto un rol de amigas o compañeras en la lucha contra lo sobrenatural.
Es dificil explicar algo del argumento de esta serie porque es más rara que un perro verde, pero no es mucho más fácil explicar sus formas. Es SHAFT y sobra decir que la animación tiene un gran nivel y que la producción de la serie es, en todos los aspectos, formidable (destacar aquí que la serie dispone un opening completamente distintos para cada arco, parodiando cada uno de ellos el género en el que se encuadraría la chica protagonista). Pero SHAFT, más obviamente aún, significa que la serie visualmente va a ser una ida de olla considerable, y cuando la serie es "grande" hay que prepararse para lo que se va a ver.
Constantemente se alternan imágenes con simples rótulos, cuyas palabras pueden tener más o menos importancia con la trama, y por supuesto la velocidad de estos rótulos va desde planos constantes de varios segundos a auténticas ametralladoras. Sombras y figuras son un recurso que SHAFT hace mucho domina y que ahora siempre intenta exagerar con contrastes y todo tipo de juegos de colores. Las cámaras nos ofrecen ángulos imposibles y exagerados, zooms a velocidades imposibles y giros contranatura. La deformación de los caracteres es tan exagerada que y tiene un estilo tan propio que es imposible mencionarla, y se ofrece con tanta naturalidad que en ocasiones parece un recurso menor. Las parodias a otras series no sólo son constantes en el guión de la serie, si no que sus propias imágenes recrean escenas no ya de series si no de "fenómenos de internet".
Es esta una de esas series que se nutre de lo que es la sociedad de la información y lo usa para dar libre suelta a todas sus ideas visuales y narrativas. Una serie rara, pero un auténtico imprescindible de lo que es el anime como tal hoy en día.
¿De qué va esta serie? Es dificil definir esta serie, sería algo así como un harem sobrenatural y gore con tendencía a la parodia y a las reflexiones más sesudas y existencialistas. Araragi-kun es un muchacho que, tras un incidente con una vampiresa que nos es omitido, comenzará a cruzarse con fenómenos paranormales. Fantasmas, espíritus, demonios, posesiones... se cruzaran en la vida de varias chicas con las que él casualmente se cruzara en tal momento. Las chicas se corresponden con los estereotipos del género harem.... pero llevando los tópicos hasta el infinito y, una vez allí, se valé de los principios de la física cuántica para deformarlos con surrealistas conversaciones sobre temas intrascendentes. Asi Hanekawa es la chica tímida enamorada del prota, Kanbaru es la deportista hiperactiva, Sengoku es una suerte de loli convertida en femme fatal inocente, Hachikouji es la hermanita dolor de cabeza, y luego por último tenemos a la gran Senjougahara que es una tsundere brutal que llena la pantalla con su sola presencia y su lógica absurdamente indiscutible.
La serie avanza mediante el enfrentamiento con diversos tipos de problemas sobrenaturales -puramente japoneses- mientras el prota congenia con estas féminas. Decir que el noviazgo -surrealista pero precioso- con Senjougahara esta claro desde el principio y que el resto de las chicas suelen adoptar pronto un rol de amigas o compañeras en la lucha contra lo sobrenatural.
Es dificil explicar algo del argumento de esta serie porque es más rara que un perro verde, pero no es mucho más fácil explicar sus formas. Es SHAFT y sobra decir que la animación tiene un gran nivel y que la producción de la serie es, en todos los aspectos, formidable (destacar aquí que la serie dispone un opening completamente distintos para cada arco, parodiando cada uno de ellos el género en el que se encuadraría la chica protagonista). Pero SHAFT, más obviamente aún, significa que la serie visualmente va a ser una ida de olla considerable, y cuando la serie es "grande" hay que prepararse para lo que se va a ver.
Constantemente se alternan imágenes con simples rótulos, cuyas palabras pueden tener más o menos importancia con la trama, y por supuesto la velocidad de estos rótulos va desde planos constantes de varios segundos a auténticas ametralladoras. Sombras y figuras son un recurso que SHAFT hace mucho domina y que ahora siempre intenta exagerar con contrastes y todo tipo de juegos de colores. Las cámaras nos ofrecen ángulos imposibles y exagerados, zooms a velocidades imposibles y giros contranatura. La deformación de los caracteres es tan exagerada que y tiene un estilo tan propio que es imposible mencionarla, y se ofrece con tanta naturalidad que en ocasiones parece un recurso menor. Las parodias a otras series no sólo son constantes en el guión de la serie, si no que sus propias imágenes recrean escenas no ya de series si no de "fenómenos de internet".
Es esta una de esas series que se nutre de lo que es la sociedad de la información y lo usa para dar libre suelta a todas sus ideas visuales y narrativas. Una serie rara, pero un auténtico imprescindible de lo que es el anime como tal hoy en día.