San Guo
China, finales del siglo II de nuestra era. El Emperador es un petimetre en manos de un malvado canciller odiado por todo un imperio al que está llevando al desastre y comienzan a rugir vientos de rebelión bajo los cuales muchos nobles y soldados conspiran para hacerse con el poder. El brillante pero cruel Cao Cao gana poder mientras el noble Liu Bei solo pretende apoyar al Emperador. El clan Sun asciende en el sur mientras en el el norte Yuan Shao aumenta sus dominios. Ni siquiera a lomos del veloz Liebre Roja el poderoso Lü Bu puede hacer frente a todos los enemigos del Imperio. Son tiempos de héroes...
El romance de los tres reinos es una historia extremadamente popular e influyente en todas las culturas asiáticas, y tenía muchas ganas de conocerla al fin aunque sólo fuera para saber quién demonios eran esos tales Kan-u Unchou y Liu Bei que aparecen en tantos mangas y animes y tienen un estatus de misticismo casi par al del mismísimo Oda Nobunaga. Esta serie china del 2010 tenía críticas excelentes y tenía también fama de ser una excelente puerta de entrada a este mundillo, y lo cierto es que una vez vista no puedo hacer otra cosa que rendirme a sus pies.
La serie no es -ni pretende serlo- realista. La novela original se basa en relatos oficiales del convulso periodo de los Tres Reinos, más o menos todo un siglo en el que la antigua China se vio inmersa continuas guerras entre los diversos señores feudales. Muchos de los protagonistas de esta historia existieron y hay pruebas arqueológicas de muchos de aquellos acontecimientos... pero el romance es una novelización que añade elementos de intrigas, traiciones, aventuras, drama, romance e incluso magia. No puede tomarse esta historia como una interpretación literal de la historia, y esta es además una adaptación relativamente libre que fusiona personajes y omite unas partes de la historia en favor de otras (algo normal si tenemos en cuenta que la novela original tiene más de 1000 personajes distribuidos a lo largo de varias generaciones). Esta adaptación simplifica algo la historia y los árboles genealógicos en pos de conseguir un producto más accesible, y lo consigue. Esta serie, si bien hay que entenderla bajo los conceptos de honor y filosofía orientales (muchas de las acciones de los personajes son sencillamente inconcebibles, ridículas o abominables para una mentalidad moderna), y en cierta manera si bien la serie no puede considerarse un tratado histórico si puede verse como un retrato de la sociedad de aquella época. Pero, sobre todo, por muy forzadas o exageradas que nos parezcan algunas acciones, la serie es sumamente entretenida. Todo es tan exagerado y tan extremo, hay tanta nobleza y tanto honor en sus personajes que la serie destila carisma por todos sus costados. Algunos secundarios son más flojos y algunos eventos son ridículos, pero al ver la serie uno sabe que cada acontecimiento es en verdad una parte muy pequeña de un tapiz muy entretenido y honorable que vamos descubriendo poco a poco. La mayoría de los eventos de esta historia son versiones románticas de sucesos reales, y hay grandes batallas y grandes personajes muy bien retratados, y otros que están puestos para salir del paso porque son necesarios para otros.
Aunque ocasionalmente se detiene durante un par de episodios en algún momento concreto importante, el ritmo de la serie es muy elevado y aún en base a una dirección bastante clásica que se basa en largas secuencias de varios minutos, en cada uno de sus 95 episodios de 40 minutos es mucho lo que pasa. La serie se centra principalmente en los 30 o 40 años sobre los que se constituyeron los tres reinos, repartiendo tiempo y líneas de guión entre sus principales actores. Quizás la trama de Wu sea algo menor en comparación con las de Wei y Shu, donde la serie encuentra sus dos principales protagonistas en Cao Cao y Liu Bei, pero en general la historia global se desarrolla muy bien a través de sus diversas ramificaciones. El guión es bastante sólido, siendo muchas veces más expositivo que narrativo merced a la gran cantidad de acontecimientos que se suceden y que ante la ausencia de un narrador toda la información de hechos y acontecimientos ha de ser verbalizada (si que existe un narrador, pero este apenas aparece para despedir a algún gran personaje o hacer una gran aportación omnisciente al espectador).
El tono de la historia es hiperbólico y todo es muy grandilocuente, sin embargo la narración es seria y en ningún momento la serie deja de mostrarse respetuosa o creyente con la historia que esta narrando. La suya es una de las historias sobre las que se asienta la cultura china, y como tal trata de ofrecer una visión seria y relativamente realista, y ello se traduce en unos actores que en el peor de los casos están correctos y en algunos otros devoran la pantalla en cada una de sus intervenciones (Cao Cao o Shima Yi sencillamente son memorables).
Siendo, en el momento de su producción, la serie china más cara de la historia, "San Guo" es visualmente bastante resultona, principalmente porque sólo recurre al ordenador cuando le queda otra y prefiere que todo lo que se muestre en pantalla este construido realmente. Naturalmente, la serie no puede compararse a las producciones de Hollywood que cuentan con muchísimos más medios, sus animaciones por ordenador son muy mejorables y quizás falten más "multitudes", pero el diseño de producción de la serie es imponente y vemos inmensos y tangibles palacios repletos de soldados. A nivel de escenarios y de atrezzo la serie es un deleite para los ojos que recrea con gran realismo las condiciones de la época y los vestuarios y estancias de sus habitantes.
En las batallas pueden ponerse pegas, vemos algunos trucos de cámara y algunos movimientos con cables demasiado cantosos (esos planos medios del protagonista en los que pasa un arma ante él como si la estuviera esquivando), pero dentro del espíritu "heróico" de la serie ese estilo de cine de acción asiático queda hasta simpático, y si uno es cómplice con las locuras propuestas y la resolución algo cutre de muchos movimientos se transforma en una serie muy disfrutable con un gran trabajo de dobles y algunas escenas de acción bastante originales y espectaculares.
La banda sonora es bastante grandilocuente con muchas fanfarrias de corte militar y melodías épicas, y aunque ocasionalmente regala algún tema distinto o alguna gran versión de uno ya existente, hay que decir que es bastante repetitiva y que se agradecerían variaciones sobre ella ya que su montaje o integración con la serie es demasiado rutinario (ocasionalmente recurre a poemas, pero desgraciadamente este recurso que tan bien les funciona no es muy habitual).
Es una serie larga. no es una serie para todos los públicos por la mentalidad tan retrograda y exagerada de la que hacen gala sus personajes. Es una serie que además no se ha publicado en España y que en el mejor de los casos puede encontrarse en mandarín con subtítulos en inglés. Sobra decir que no es una serie serie recomendable para el gran público, pero si que creo que es recomendable para cualquier lector de este blog. Particularmente la he disfrutado como un enano, me he reído con sus anacronismos más bestias, he vibrado con algunas de sus batallas y -¿por que no admitirlo?- incluso he llorado un poco con la muerte de algunos de sus personajes. Absolutamente recomendable.