Es extremadamente difícil valorar este manga. Que se trata de una obra mayor, es indudable. Es un manga con un dibujo excelente (aunque quizás aquí se note demasiado un estilo "shojo") y con una narrativa solvente, pero es sobre todo una historia terriblemente intensa y pura, desgarradora y demoledora. Es un manga excelente, una de las obras más ambiciosas y conseguidas que he tenido el placer de leer, pero es también una obra terriblemente angustiosa y triste, y así mismo en su final tiende a la filosofía existencialista fácil a la que tanto recurren los mangas y animes. Desde sus primeras páginas ya transmite la sensación de ser una obra maestra y es un producto muy recomendable aunque, como he dicho, algunos aspectos que no han terminado de convencerme hacen que no le coloque la cara etiqueta de "imprescindible".
El argumento de Saikano no es importante. El porqué Chise es un arma definitiva o el porqué se encuentran en guerra y quienes son sus enemigos es algo que nunca se explica y que no resulta relevante para la historia. Todo se centra en el amor entre Chise y Shu. Un amor terriblemente puro e intenso, un amor que arrasa con todo y cuyas primeras víctimas son ellos mismos, un amor imposible tanto de evitar como de conseguir que no hace si no herirles a ambos una y otra vez. La relación entre ambos personajes es preciosa y al autor consigue describirnos siempre el estado de ánimo de ambos personajes sin que uno de ellos le robe el protagonismo al otro. Hay elementos cómicos que aligeran la historia y la hacen más accesible y que, sería inútil negarlo, aportan la felicidad y alegría que el lector necesita ver en el relato para comprender la intensidad de los sentimientos de la pareja. No obstante, el corazón del manga es el drama, un drama terriblemente intenso y puro, un amor plasmado con una fuerza impresionante. No hay lugar para concesiones, constantemente vemos los pensamientos de Shu y Chise, y vemos como el amor desmedido que sienten entre ellos les lleva a cometer errores y aciertos, y como jamás pueden librarse de él a pesar de que mientras están separados sólo les ocasiona dolor. En este contexto vemos personajes secundarios con dramas muy bien reflejados, dramas que afectan a la pareja protagonista, pero que finalmente son barridos de escena por la fuerza del conflicto principal.
Aquí, no obstante, tengo que decir que, por las particularidades de la surreal trama, hay algunos aspectos de la historia que no han terminado de convencerme. La decadencia de Chise sirve como catalizador de los acontecimientos y es el motivo principal del drama al que se ven abocados los protagonistas, pero en sus fases finales tengo la impresión de que el autor se vale un poco de ella como quiere para ejemplificar sus pensamientos y reflexiones, forzando así un poco la trama. Esto es ampliable también a la reflexión metafísica del final del manga, demasiado vaga y pretenciosa en mi opinión.
Visualmente es un manga complejo. Se basa la habitual composición "vacía" de los shojo para componer paginas con pocas viñetas y en ocasiones ningún fondo (y cuando necesita de estos en la mayor parte de los casos se vale de ordenador). Así mismo usa y abusa de páginas blancas o negras con simples letras que ejemplifican los pensamientos de los protagonistas, debido a la intensidad de la obra y a su enfoque claramente intimista este es un recurso que funciona a la perfección y que aumenta la angustia del sufrido lector. Nos encontramos también con numerosas deformaciones de los protagonistas que tienen como objetivo aumentar la comicidad de la obra y ofrecernos un necesario descanso entre tanto drama. No obstante, donde Shin Takahashi y su equipo brillan es en la composición de las grandes escenas de amor. Apenas finos trazos que suelen representar partes concretas de los cuerpos de los protagonistas se suceden en viñetas casi iguales que logran captar la intensidad e importancia de esos momentos. Las imagenes refuerzan la pureza y fuerza de los sentimientos que el guión trata de contar.
Así pues, una obra tremendamente recomendable y de una calidad indudable. Pero en la que me sigue pareciendo que el autor es víctima en cierta manera de sus propias reflexiones y ello le lleva a condicionar la última parte del manga.
El argumento de Saikano no es importante. El porqué Chise es un arma definitiva o el porqué se encuentran en guerra y quienes son sus enemigos es algo que nunca se explica y que no resulta relevante para la historia. Todo se centra en el amor entre Chise y Shu. Un amor terriblemente puro e intenso, un amor que arrasa con todo y cuyas primeras víctimas son ellos mismos, un amor imposible tanto de evitar como de conseguir que no hace si no herirles a ambos una y otra vez. La relación entre ambos personajes es preciosa y al autor consigue describirnos siempre el estado de ánimo de ambos personajes sin que uno de ellos le robe el protagonismo al otro. Hay elementos cómicos que aligeran la historia y la hacen más accesible y que, sería inútil negarlo, aportan la felicidad y alegría que el lector necesita ver en el relato para comprender la intensidad de los sentimientos de la pareja. No obstante, el corazón del manga es el drama, un drama terriblemente intenso y puro, un amor plasmado con una fuerza impresionante. No hay lugar para concesiones, constantemente vemos los pensamientos de Shu y Chise, y vemos como el amor desmedido que sienten entre ellos les lleva a cometer errores y aciertos, y como jamás pueden librarse de él a pesar de que mientras están separados sólo les ocasiona dolor. En este contexto vemos personajes secundarios con dramas muy bien reflejados, dramas que afectan a la pareja protagonista, pero que finalmente son barridos de escena por la fuerza del conflicto principal.
Aquí, no obstante, tengo que decir que, por las particularidades de la surreal trama, hay algunos aspectos de la historia que no han terminado de convencerme. La decadencia de Chise sirve como catalizador de los acontecimientos y es el motivo principal del drama al que se ven abocados los protagonistas, pero en sus fases finales tengo la impresión de que el autor se vale un poco de ella como quiere para ejemplificar sus pensamientos y reflexiones, forzando así un poco la trama. Esto es ampliable también a la reflexión metafísica del final del manga, demasiado vaga y pretenciosa en mi opinión.
Visualmente es un manga complejo. Se basa la habitual composición "vacía" de los shojo para componer paginas con pocas viñetas y en ocasiones ningún fondo (y cuando necesita de estos en la mayor parte de los casos se vale de ordenador). Así mismo usa y abusa de páginas blancas o negras con simples letras que ejemplifican los pensamientos de los protagonistas, debido a la intensidad de la obra y a su enfoque claramente intimista este es un recurso que funciona a la perfección y que aumenta la angustia del sufrido lector. Nos encontramos también con numerosas deformaciones de los protagonistas que tienen como objetivo aumentar la comicidad de la obra y ofrecernos un necesario descanso entre tanto drama. No obstante, donde Shin Takahashi y su equipo brillan es en la composición de las grandes escenas de amor. Apenas finos trazos que suelen representar partes concretas de los cuerpos de los protagonistas se suceden en viñetas casi iguales que logran captar la intensidad e importancia de esos momentos. Las imagenes refuerzan la pureza y fuerza de los sentimientos que el guión trata de contar.
Así pues, una obra tremendamente recomendable y de una calidad indudable. Pero en la que me sigue pareciendo que el autor es víctima en cierta manera de sus propias reflexiones y ello le lleva a condicionar la última parte del manga.