Es curioso como puede resultar tan grandioso un episodio tan menor de la serie. En este capítulo no sucede absolutamente nada, podrían calificarse incluso como 19 páginas de fanservice puro y duro. No obstante, este capítulo es muy distinto a episodios como el 440 u otros en los que se nos muestra como el mundo reacciona ante las acciones de los mugiwara; esos suelen ser episodios de cierre, de conclusiones, estos son episodios de preámbulo. Oda esta colocando las piezas que ha ido presentando a lo largo de 500 capítulos y nos está preparando para el, resulta obvio ya, gran punto de inflexión de la serie. Nos encontramos justo en la calma que precede a la tormenta. Ambos bandos, Marines y Piratas se preparan para una batalla en la que lo que menos importa ya es la vida de Portgas D Ace. La gran batalla de One Piece se acerca. En seis días -tiempo de manga- se escribirá el epílogo de la Era de Barbablanca, Roger, Sengoku y Garp y se escribirá el primer capítulo de la de Luffy. La antigua generación dará el relevo a la nueva tras un periodo de transición que seguramente vaya de la muerte de Roger a la de Newgate. Los tres poderes se van a enfrentar al fin y el mundo va a quedar desastabilizado. Que gane Barbablanca es poco probable. Que lo haga la Marina factible, y quizás hasta necesario para el devenir de la serie en el futuro. Pero habrá numerosas bajas -dentro del estilo de One Piece- por ambos bandos, y las acciones de Shanks y algunos Shichibukais aún son muy inciertas. Y aún tenemos a Dragon como posible jugador.
Pero habrá tiempo de sobra para especular, así que de momento podemos deleitarnos con las maravillas que el maestro Oda nos ha regalado en este capítulo.
Lo primero, cronologicamente y casi moralmente son, claro esta, los protagonistas. Al fin se ha revelado el destino de cada uno de los compañeros de Luffy. Tengo que decir aquí que me siento algo decepcionado; hay algunos destinos sencillamente increibles pero otros bastante tradicionales y cuasi tópicos. Así, como no me gustaron de sobremanera las islas de Nami y Franky a pesar de su obvia funcionalidad, tengo que decir que algo parecido me ha pasado con Usopp, Chooper y Robin (curiosamente los personajes que más esperaba). Las islas del francotirador y el médico son decepcionantes en comparación a las de sus compañeros, sin duda ambos saldran beneficiados a su manera, pero no son ideas geniales que nos hagan sorprendernos. El caso de Robin es algo más delicado, el suyo es un destino que engancha con el enigma del siglo vacío y parece ofrecernos algunos alicientes. No obstante, Usopp con armas, Chooper con animales y Robin con historia ejemplifican a la perfección la diversidad y versatilidad de los protagonistas de esta serie. Brook y Zoro son punto y aparte. El primero era un ser terriblemente dificil de ubicar, pues hasta en un mundo como en el de One Piece un esqueleto es algo que llama la atención, Oda lo ha colocado en mitad de una ceremonia de magia negra con una introducción que sencillamente entra en la historia de los mejores gags de la serie. Sencillamente perfecta. Y el destino de Zoro es el más impresionante de todos. Oda lo ha vuelto a hacer y nos sorprende volviendo a traer al primer plano a Perona, un personaje secundario en su momento que no pensabamos volver a ver y que ahora por alguna razón parece que va a ser importante para el futuro de Zoro. No creo que nadie siquiera pudiera intuirlo, pero por eso es tan grande esta serie.
Una vez descubierto el destino de todos sus compañeros, Oda vuelve a trasladar la historia al punto de vista del protagonista a fin de hacer más notable la sensación de viaje y paso de tiempo. Angustia de Luffy por el futuro de su hermano a un lado, todo esto se traduce en una excelente noticia para el lector: volvemos al show de Boa Hancock.
Es sencillamente increible como Oda ha conseguido perfilar a este personaje y convertirlo en unos pocos capítulos no ya en una fuente constante de gags surrealistas, si no en uno de los personajes más carismáticos de la serie. Boa, personaje altivo y terrible que disfruta torturando a los marines, se convierte en una adolescente enamoradiza cuando esta junto a Luffy. El contraste entre su actitud de diva con esa risa en la que su cabeza toca la espalda y esa sonrisa de felicidad absoluta con la que da de comer a Luffy o esa actitud tímida porque no se atreve a mirarle a los ojos es sobervio. Y además Oda comienza a deshinbirse con ella y a usarla para recursos cómicos como la escena de los platos. Increible como algo que todos pensabamos completamente antinatural e imposible hace 10 capítulos (Boa aparece por primera vez en el capítulo 516) ahora parece un elemento casi inevitable e intrinseco a la serie.
Y el episodio acaba con el mayor desfile de personalidades que se recuerda en la serie. Pero Oda no sólo nos regala una doble página final memorable con la reunión de los shichibukais y unas emotivas lágrimas de Ace, si no que repasa todos los personajes que han aparecido a lo largo de la serie.
La reunión de los shichibukais, la fuerza de la imagen de verlos reunidos y la simple posibilidad de verlos luchar juntos es algo muy grande, pero casi antepongo algo tan simple como la imagen de John Giant. Que Kizaru, Aokiji, Sengoku y el desconocido Akainu estarían en la batalla era algo que todos dabamos por seguro. Pero todos pensabamos también que estando Garp y una legión de marines impresionantes quizás Oda se reservara a Smoker para más tarde. No. Smoker y Hinz acuden a la ejecución. Y también lo hace ese gigantesco marine al que vimos dar un discurso ante una legión de marines después de Arlong Park, un personaje que parecía un recurso de aquellos primeros capítulos y al que nadie daba verdadera importancia, pero un personaje al que Oda no ha olvidado y cuya existencia ha querido integrar perfectamente en una serie que es ya mucho más complicada, densa y ambiciosa que aquella en la que él apareció. Y junto a él vemos a T-Bone, y también a un personaje de la historia "de portadas" de Ace. Y hablando de portadas, Oda no olvida al CP9 como no ha olvidado a ningún personaje. Expectacular como el mangaka japones logra cuadrar todos los elementos de su historia y como usa los cabos sueltos para reforzar aún más la estructura de su serie.
Pero habrá tiempo de sobra para especular, así que de momento podemos deleitarnos con las maravillas que el maestro Oda nos ha regalado en este capítulo.
Lo primero, cronologicamente y casi moralmente son, claro esta, los protagonistas. Al fin se ha revelado el destino de cada uno de los compañeros de Luffy. Tengo que decir aquí que me siento algo decepcionado; hay algunos destinos sencillamente increibles pero otros bastante tradicionales y cuasi tópicos. Así, como no me gustaron de sobremanera las islas de Nami y Franky a pesar de su obvia funcionalidad, tengo que decir que algo parecido me ha pasado con Usopp, Chooper y Robin (curiosamente los personajes que más esperaba). Las islas del francotirador y el médico son decepcionantes en comparación a las de sus compañeros, sin duda ambos saldran beneficiados a su manera, pero no son ideas geniales que nos hagan sorprendernos. El caso de Robin es algo más delicado, el suyo es un destino que engancha con el enigma del siglo vacío y parece ofrecernos algunos alicientes. No obstante, Usopp con armas, Chooper con animales y Robin con historia ejemplifican a la perfección la diversidad y versatilidad de los protagonistas de esta serie. Brook y Zoro son punto y aparte. El primero era un ser terriblemente dificil de ubicar, pues hasta en un mundo como en el de One Piece un esqueleto es algo que llama la atención, Oda lo ha colocado en mitad de una ceremonia de magia negra con una introducción que sencillamente entra en la historia de los mejores gags de la serie. Sencillamente perfecta. Y el destino de Zoro es el más impresionante de todos. Oda lo ha vuelto a hacer y nos sorprende volviendo a traer al primer plano a Perona, un personaje secundario en su momento que no pensabamos volver a ver y que ahora por alguna razón parece que va a ser importante para el futuro de Zoro. No creo que nadie siquiera pudiera intuirlo, pero por eso es tan grande esta serie.
Una vez descubierto el destino de todos sus compañeros, Oda vuelve a trasladar la historia al punto de vista del protagonista a fin de hacer más notable la sensación de viaje y paso de tiempo. Angustia de Luffy por el futuro de su hermano a un lado, todo esto se traduce en una excelente noticia para el lector: volvemos al show de Boa Hancock.
Es sencillamente increible como Oda ha conseguido perfilar a este personaje y convertirlo en unos pocos capítulos no ya en una fuente constante de gags surrealistas, si no en uno de los personajes más carismáticos de la serie. Boa, personaje altivo y terrible que disfruta torturando a los marines, se convierte en una adolescente enamoradiza cuando esta junto a Luffy. El contraste entre su actitud de diva con esa risa en la que su cabeza toca la espalda y esa sonrisa de felicidad absoluta con la que da de comer a Luffy o esa actitud tímida porque no se atreve a mirarle a los ojos es sobervio. Y además Oda comienza a deshinbirse con ella y a usarla para recursos cómicos como la escena de los platos. Increible como algo que todos pensabamos completamente antinatural e imposible hace 10 capítulos (Boa aparece por primera vez en el capítulo 516) ahora parece un elemento casi inevitable e intrinseco a la serie.
Y el episodio acaba con el mayor desfile de personalidades que se recuerda en la serie. Pero Oda no sólo nos regala una doble página final memorable con la reunión de los shichibukais y unas emotivas lágrimas de Ace, si no que repasa todos los personajes que han aparecido a lo largo de la serie.
La reunión de los shichibukais, la fuerza de la imagen de verlos reunidos y la simple posibilidad de verlos luchar juntos es algo muy grande, pero casi antepongo algo tan simple como la imagen de John Giant. Que Kizaru, Aokiji, Sengoku y el desconocido Akainu estarían en la batalla era algo que todos dabamos por seguro. Pero todos pensabamos también que estando Garp y una legión de marines impresionantes quizás Oda se reservara a Smoker para más tarde. No. Smoker y Hinz acuden a la ejecución. Y también lo hace ese gigantesco marine al que vimos dar un discurso ante una legión de marines después de Arlong Park, un personaje que parecía un recurso de aquellos primeros capítulos y al que nadie daba verdadera importancia, pero un personaje al que Oda no ha olvidado y cuya existencia ha querido integrar perfectamente en una serie que es ya mucho más complicada, densa y ambiciosa que aquella en la que él apareció. Y junto a él vemos a T-Bone, y también a un personaje de la historia "de portadas" de Ace. Y hablando de portadas, Oda no olvida al CP9 como no ha olvidado a ningún personaje. Expectacular como el mangaka japones logra cuadrar todos los elementos de su historia y como usa los cabos sueltos para reforzar aún más la estructura de su serie.