miércoles, abril 01, 2015

La épica de animar una comba

EXODUS
Shirobako y el "slice of life"

Shirobako es de los mejores animes que he visto en muchos años, pero también me parece uno de los más difíciles de recomendar, no por su grado de locura o lo enrevesado de su argumento, si no más bien lo contrario. Shirobako está dentro de uno de los géneros más particulares del anime: el "slice of life". Este es un género siempre difícil de recomendar, su característica principal es a su vez su mayor pega, son series en las que por definición no pasa nada, donde no tenemos otro objetivo que ver el ir y venir de los personajes. Como joven que creció en los 80-90, siempre he pensado que cuando alguien ajeno al mundillo piensa en manga y en anime tiene la imagen de Ninja Scroll o Ghost in the Shell (ver reseña), no piensa en Miyazaki, y ni mucho menos contempla que puedan existir series como Aria (ver reseña) o Azumanga Daioh, quizás la serie que definió este género en su forma actual (ver reseña).
Son series que normalmente nacen el 4-koma y que se amparan más en la comedia que en el drama, pero donde su mayor baza siempre son los personajes y el grado de empatía que el espectador adquiere con ellos. Estas son las características de un género que normalmente se encuadra dentro de la comedia estudiantil femenina por cuestiones de machismo y homofobia social. Ahora bien, no sólo hay excepciones que nos permiten ver la vida diaria de unos chicos de instituto (ver reseña), si no que en los últimos años han aparecido varias comedias de vida laboral como Working (ver reseña).  
Lo curioso de Shirobako es que revierte la mayoría de estas normas. 
Shirobako es lo que yo llamaría, a falta de los angloparlantes acuñen un termino más apropiado, un "slice of life" extresante. Es la vida en un trabajo de verdad, y aunque hay un notable componente humorístico no diría que es una serie de comedia. La comedia, así como los ligeros toques de fantasía y el algo más abundante simbolismo visual recubren y adornan una estructura de falso documental. No hay nada relajante en Shirobako, los centenares de personajes siempre están corriendo de un lado para otro, intentando cumplir plazos terriblemente ajustados y sobreponiéndose a todo tipo de imprevistos. No diría que hay grandes arcos argumentales en Shirobako, durante los 24 episodios de duración de la serie se producen dos series, y en ningún momento da la sensación de que un proceso sea menos importante que otro. Siempre se trabaja a contrarreloj para evitar los desastres o para solucionar estos cuando se han producido. Y se trabaja de verdad, hay tensión, hay gente que trabaja con desgana, hay gente que yerra y hay gente cuyo trabajo es rechazado pese a todos sus esfuerzos. Bajo la protección del quinteto inicial de protagonistas, la serie maneja un casting enorme de varias decenas de personajes, más o menos recurrentes, pero todos ellos cruciales para la elaboración de un anime (cada una de las protagonistas está colocada en una rama distinta de la producción de un anime, y la protagonista principal se encuentra precisamente en el grupo que tiene que coordinar y unir el trabajo de todos). La serie maneja estas decenas de personajes con una naturalidad pasmosa, con breves pinceladas de algunos pasados, exponiendo rivalidades y malos hábitos sin problemas a pesar del tono amable de la serie. Lo sorprendente es que si el espectador presta el mínimo de atención lógica acabará conociendo a la mayoría de este inmenso reparto coral.
Existe una regla no escrita de la narrativa cinematográfica que dice que el número de protagonistas no ha de exceder la decena, que más allá de ese número se exige un esfuerzo demasiado grande al lector y al propio guión. Shirobako ignora esa norma. Tenemos protagonistas claras, más de una decena de secundarios importantes y una legión interminable de secundarios esporádicos. Y funciona.
Quizás suene grandilocuente, pero hay series que crean o hacen avanzar géneros. Y creo que Shirobako es una de ellas.

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