Tras 283 capítulos y una larga serie de "especiales", Jin Kobayashi ha dado por finalizado su alocado manga de colegialas. Es este un manga que me resulta dificil valorar pues, si bien a partir de sus primeros diez tomos sin duda lo habría catalogado como un imprescindible, ahí un momento indeterminado de la serie donde gran parte de su manga se esfuma.
La serie nos narra los alocados romances de un grupo de jóvenes en el cual cada personaje parece ser más idiota o lento que el anterior, todo ello, unido a un desproporcionado sentido de la hipérbole hace que cualquier conflicto aparentemente normal acabe convertido en una disparatada parodia de este u otros géneros. Sin embargo, esta locura, que funciona perfectamente en la primera mitad de la serie, acaba perdiendo su frescura y originalidad conforme conocemos más y más a los personajes y el desarrollo de estos es nulo (o el autor se vale de unas horribles trampas para "resetear" cualquier gran cambio y devolver a los personajes a un punto de partida del que nunca parecen salir).
School Rumble es un manga con grandes virtudes, pero con no pocos defectos. Si nos centramos en sus virtudes hemos de señalar obviamente la completa locura que es su argumento y el hecho de que todo, absolutamente todo, puede pasar en esta serie. Puede que sean trampas y que al final sean sueños, pero en un manga coleguial podemos llegar a ver batallas dignas de Dragon Ball o incluso luchas contra cavernícolas. Pero parodias al margen la acción puede ser completamente real y aquí las exageraciones no son menores y dan lugar a confusiones memorables. La serie es una completa locura, una ametralladora de situaciones inverosímiles que se suceden a gran velocidad y en la cual los personajes siempre parecen tomar la peor -y la más divertida- opción. Personajes de este escenario son unos personajes que, si bien estan como auténticas regaderas y tienen salidas sencillamente increibles, estan definidos con bastante solidez y son asombrosamente coherentes para con ellos mismos. La última gran virtud, y la más importante de todas, es el humor: se trata de un humor sano e inocente que no recurre jamás al echii o a la violencia y que se basa en pequeñas confusiones que nunca hacen daño a nadie, es un humor agradable y carente de malicia pero que, por su exageración y locura, hace imposible que no se sonría ante él.
No obstante, todas estas virtudes que encumbran a la serie durante su primer centenar de capítulos se van diluyendo poco a poco. La serie comienza siendo una comedia, pero poco a poco va introduciendo elementos de drama y al final estos componen un porcentaje muy elevado de la serie en sus tramo final. Este drama, además, normalmente esta relacionado con personajes secundarios carentes de verdadero interes. Una vez hemos pasado la primera parte de la serie y los protagonistas principales y las diversas tramas entre ellos estan consolidadas, Kobayashi comienza a introducir personajes secundarios cuya importancia es mínima en ocasiones y desarrollan tramas que no resultan ni importantes ni demasiado divertidas. Es este uno de los grandes defectos de la serie pues, debido al hecho de que la gran mayoría de los capítulos no tienen más de 8 páginas, el desarrollo -o la simple exposición de un gag- por parte de uno de estos personajes requiere un capítulo entero; capítulos que son simples, predecibles, vulgares en su mayoría y que -y esto es lo peor- resultan frustrantes para el lector pues posponen el reencuentro con sus personajes favoritos. Acabo de mencionar que los capítulos rara vez superan la decena de páginas, este formato extra-corto es beneficioso para el alocado y frenético ritmo del manga en sus comienzos, refuerza la comedia que estamos leyendo... pero se convierte en un importante lastre conforme avanza la serie. En primer lugar, el autor no tiene suficiente espacio para desarrollar las tramas y los capítulos no suelen ser otra cosa que una transición hacia una viñeta final en la que se revela el gag que se lleva preparando durante todo el episodio. Esta brevedad, que hace que todo suceda rápido al principio, dificulta también el avance de la serie en su segundo tramo pues sucesos de capital importancia son narrados en pocos capítulos y la sensación de importancia, relevancia o de paso de tiempo no esta demasiado conseguida; el autor se encuentra ante el hecho de que no puede exponer una gran revelación apenas media docena de episodios después del último gran momento de la trama principal, y así pues se ve obligado a introducir todas esas tramas secundarias a las que antes he hecho referencia. Y todo esto sin contar los númeroso y verdaderamente molestos giros argumentales que el autor usa para "resetear" la historia y dar marcha atrás hasta el punto inicial cuando la historia parece haber crecido en una dirección concreta.
School Rumble es una buena serie. Grandiosa en sus inicios, pero por ello mismo se resiente mucho del bajón de calidad que sufre en su segunda mitad.
No obstante, si bien parece haber terminado una de las grandes líneas argumentales de la obra, Kobayashi aún tiene personajes y arcos argumentales de sobra que contar. Esperemos que la ya anunciada "School Rumble Z" sea una obra de varios tomos que cierre las historias de los otros grandes protagonistas y que lo haga recuperando el sentido del humor original de la serie.
La serie nos narra los alocados romances de un grupo de jóvenes en el cual cada personaje parece ser más idiota o lento que el anterior, todo ello, unido a un desproporcionado sentido de la hipérbole hace que cualquier conflicto aparentemente normal acabe convertido en una disparatada parodia de este u otros géneros. Sin embargo, esta locura, que funciona perfectamente en la primera mitad de la serie, acaba perdiendo su frescura y originalidad conforme conocemos más y más a los personajes y el desarrollo de estos es nulo (o el autor se vale de unas horribles trampas para "resetear" cualquier gran cambio y devolver a los personajes a un punto de partida del que nunca parecen salir).
School Rumble es un manga con grandes virtudes, pero con no pocos defectos. Si nos centramos en sus virtudes hemos de señalar obviamente la completa locura que es su argumento y el hecho de que todo, absolutamente todo, puede pasar en esta serie. Puede que sean trampas y que al final sean sueños, pero en un manga coleguial podemos llegar a ver batallas dignas de Dragon Ball o incluso luchas contra cavernícolas. Pero parodias al margen la acción puede ser completamente real y aquí las exageraciones no son menores y dan lugar a confusiones memorables. La serie es una completa locura, una ametralladora de situaciones inverosímiles que se suceden a gran velocidad y en la cual los personajes siempre parecen tomar la peor -y la más divertida- opción. Personajes de este escenario son unos personajes que, si bien estan como auténticas regaderas y tienen salidas sencillamente increibles, estan definidos con bastante solidez y son asombrosamente coherentes para con ellos mismos. La última gran virtud, y la más importante de todas, es el humor: se trata de un humor sano e inocente que no recurre jamás al echii o a la violencia y que se basa en pequeñas confusiones que nunca hacen daño a nadie, es un humor agradable y carente de malicia pero que, por su exageración y locura, hace imposible que no se sonría ante él.
No obstante, todas estas virtudes que encumbran a la serie durante su primer centenar de capítulos se van diluyendo poco a poco. La serie comienza siendo una comedia, pero poco a poco va introduciendo elementos de drama y al final estos componen un porcentaje muy elevado de la serie en sus tramo final. Este drama, además, normalmente esta relacionado con personajes secundarios carentes de verdadero interes. Una vez hemos pasado la primera parte de la serie y los protagonistas principales y las diversas tramas entre ellos estan consolidadas, Kobayashi comienza a introducir personajes secundarios cuya importancia es mínima en ocasiones y desarrollan tramas que no resultan ni importantes ni demasiado divertidas. Es este uno de los grandes defectos de la serie pues, debido al hecho de que la gran mayoría de los capítulos no tienen más de 8 páginas, el desarrollo -o la simple exposición de un gag- por parte de uno de estos personajes requiere un capítulo entero; capítulos que son simples, predecibles, vulgares en su mayoría y que -y esto es lo peor- resultan frustrantes para el lector pues posponen el reencuentro con sus personajes favoritos. Acabo de mencionar que los capítulos rara vez superan la decena de páginas, este formato extra-corto es beneficioso para el alocado y frenético ritmo del manga en sus comienzos, refuerza la comedia que estamos leyendo... pero se convierte en un importante lastre conforme avanza la serie. En primer lugar, el autor no tiene suficiente espacio para desarrollar las tramas y los capítulos no suelen ser otra cosa que una transición hacia una viñeta final en la que se revela el gag que se lleva preparando durante todo el episodio. Esta brevedad, que hace que todo suceda rápido al principio, dificulta también el avance de la serie en su segundo tramo pues sucesos de capital importancia son narrados en pocos capítulos y la sensación de importancia, relevancia o de paso de tiempo no esta demasiado conseguida; el autor se encuentra ante el hecho de que no puede exponer una gran revelación apenas media docena de episodios después del último gran momento de la trama principal, y así pues se ve obligado a introducir todas esas tramas secundarias a las que antes he hecho referencia. Y todo esto sin contar los númeroso y verdaderamente molestos giros argumentales que el autor usa para "resetear" la historia y dar marcha atrás hasta el punto inicial cuando la historia parece haber crecido en una dirección concreta.
School Rumble es una buena serie. Grandiosa en sus inicios, pero por ello mismo se resiente mucho del bajón de calidad que sufre en su segunda mitad.
No obstante, si bien parece haber terminado una de las grandes líneas argumentales de la obra, Kobayashi aún tiene personajes y arcos argumentales de sobra que contar. Esperemos que la ya anunciada "School Rumble Z" sea una obra de varios tomos que cierre las historias de los otros grandes protagonistas y que lo haga recuperando el sentido del humor original de la serie.
8 comentarios:
iba a colgar el tema de scholl rumble pero me ganastes y al leer lo que escribistes me dejastes sin palabras admirable todo lo que puedes espresar con un solo titulo.
Un comentario y un análisis bastante acertado, sí señor.
Tengo pendiente de subir el mío, pero vamos, comparte las mismas apreciaciones sobre sus virtudes y sus defectos.
A ver de qué va School Rumble Z...
¿Recomendaríais ver antes el anime o directamente el manga?
¿Tanto degenera a partir del tomo 10?
No me asustes...
carlos rafael, así lo triste es que somos muchos los que coincidimos en esta opinión. Es una pena lo genial que comenzó esta serie y como ha ido decayendo.
raistlin, esperemos, sobre todo, que "Z" se centre en Harima-Eri-Yakumo. Yo con eso y algún que otro detalle sobre Ichijou o Suou sería feliz
otakulogan, en School rumble se da uno de esos escasas ocasiones en las que el anime es mejor que el manga. Eso sí, te advierto ya que es absurdamente estúpida.
kururin, lo del tomo 10 no es fijo, lo que quería decir es que la serie tiene una primera parte bestial pero... después empeora mucho al introducir muchos más personajes que no aportan nada y al añadir incluso drama en deprimento de comedia con los protagonistas.
Hola,eter me encantaría que me afiliases mi blog Caster no juunin, de paso lee el breve análisis de claymore que se que te gusta mucho esta serie. xdxd
Muchas gracias y SALUDOS!
Empieza de forma maravillosa, para acto seguido, irse desinflando progresivamente. Una lástima, porque la idea era muy buena..........
Yo es que no puedo, con la cantidad de cabos sueltos que a dejado el autor.........
En todos estos cabos sueltos creo que influye la propia escritura de la obra. El autor maneja capítulos muy cortos y además la comedia obliga a que sean muy intensos -al menos al principio-, luego se ve obligado a hacer muchos "resets" y a meter personajes y personajes a fin de que parezca que pasa algo más de tiempo. Es, verdaderamente, una pena.
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