Los mejores presagios

MOMENTO MÍTICO 12 - "No, Greyjoy. Éste es mío."

Bran oía el viento entre los árboles, el sonido de los cascos de los caballos contra los tablones de tamarindo, y y los gemidos de su cachorro hambriento, pero Jon parecía percibir algo más.
-Ya lo tengo -añadió Jon.
Hizo girar al caballo y galopó de vuelta por el puente. Lo vieron desmontar en la nieve junto a la loba muerta y cómo se arrodillaba. Un momento después regresó cabalgando hacia ellos. Sonreía.
-Éste se debió de alejar de los demás -dijo.
-O lo echaron -replicó su padre, con los ojos clavados en el sexto cachorro.
Tenía el pelaje blanco, mientras que el resto de los cachorros de la camada eran grises. Los ojos eran tan rojos como la sangre del hombre harapiento que había muerto aquella mañana. A Bran le pareció muy extraño que ya los tuviera abiertos, mientras que los demás aún seguían ciegos.
-Un albino -dijo Theon Greyjoy, burlón-. Éste morirá antes incluso que los demás.
-No, Greyjoy -dijo Jon lanzando una mirada gélida al pupilo de su padre-. Éste es mío.
Con estas palabras termina el primer capítulo de "Canción de Hielo y Fuego". Llegarían después interminables escenas memorables protagonizadas por los Stark, Targaryen, Lannister y el resto de familias de los siete reinos y sus decenas de bastardos. Llegarían muchos momentos que puedo calificar de poco menos que míticos que convirtieron a esta serie en unos de mis libros favoritos y que me hacen maldecir cada día que pasa y que Martin dice que continúa sin dejarnos danzar con los dragones. Pero este -aparte de esos "Otros" del prólogo- fue el primero, y un momento que al leerlo ya me hizo pensar que me encontraba ante algo muy, muy grande.
Y no me equivocaba. El estilo de Martin y su calidad literaria pueden ser discutibles. Es un autor que usa un formato cuasi televisivo debido a su formación y juega mucho con los puntos de vista desde los que ofrece la narración de los hechos para tendernos trampas, así como con usar frases grandilocuentes o terminar cada capítulo con un giro de guión. Importa poco. Su mundo es sólido y sus personajes coherentes e independientes; pero por encima de todo su obra es terriblemente disfrutable.
Porque la historia se siente elaborada con infinidad de hechos, escenarios y personajes a los que se hace referencia, y porque las ópticas que aportan el gran número de narradores la hacen más rica y compleja al complementarse en ocasiones y diferir radicalmente en otros momentos. Porque apenas hay batallas y la serie dista mucho de ser una deudora de Tolkien en este sentido, apostando más por una narración histórica centrada en las intrigas palaciegas y los conflictos entre los personajes, que son sin duda el punto fuerte de la serie. Porque la magia esta tratada con una sutileza exquisita y al "estar apareciendo" en el mundo sorprende a todos. Porque Martin no se corta a la hora de narrar todo tipo de actos salvajes o depravados en una sociedad corrupta, oscura y egoista.
Las intrigas de los siete reinos te atrapan y te enganchan como pocas series son capaces y no paras de leer hasta que ves el desenlace de la historia de cada personaje de esta grandiosa historia coral. Ya en un principio, con ese capítulo en el que conocemos a los Stark y les vemos recoger los huargos que durante tanto tiempo les acompañaran sospechamos que estamos ante una serie muy grande. Un paisaje majestuoso, mágico y romántico a la par que oscuro y amenazador. Uno siente que esta comenzando a leer algo grande, y cuando Martin le pone fin con la aparición de Fantasma ya sabe que definitivamente puede tener entre manos un libro que jamás olvidará.

El próximo momento mítico nos mostrará que, por muy sólos que creamos estar, el oceano de la vida es amplio y en el siempre encontraremos compañeros que esten dispuestos a declarar la guerra al mundo entero para preservar nuestro deseo de vivir.