Como cada crítica que veo de "Conan el Bárbaro" es peor que la anterior y aún tengo el recuerdo de ese engendro digno de varios Picard que era "El guía del desfiladero" (ver reseña) cada vez es menos probable que vea esta película por muy bien que me caiga el bueno de Jason Momoa... casi tan improbable como alguna semana de estas por algún casual alguién decida estrenar 13 asesinos en alguna sala de Murcia. Así pues, adelantare la última reseña cinematografíca de un par de atípicas películas de verano.
El origen del planeta de los simios
¿Quién pedía esta película? Reboot de una franquicia cuyo éxito se basa en uno de los planos más icónicos de la historia del cine pero que, a mi humilde modo de ver, no tiene mucho más. Burton se pegó un hostiazo padre con su revisión del mito hace unos años... pero por alguna extraña razón alguién pensaba que esta franquicia seguía teniendo tirón. Y quizás por las pocas pretensiones o ambiciones, quizás por las pocas presiones o espectativas... lo cierto es que en esta ocasión ha salido un peliculón.

Y luego tenemos la rebelión... algo forzada en algún que otro momento, pero nada exagerada para lo que uno se temía y sencillas pero contundentes escenas de acción. Pero hay poca "rebelión". Esta no es una película de monos cazando hombres... es una película de monos pensando. Y es una buena película de monos pensando.
Super 8
"Super 8" no es una mala idea. Aquel tipo de películas "de niños" que se hacían en los 80 no eran malas, eran de hecho bastante buenas. El problema es que desde hace unos lustros se comenzó sencillamente a identificar a niños con idiotas y con una colección de clichés y tópicos que pretenden que los niños tienen que aspirar a ser populares y llevar ropa de marca en lugar de hacer algo tan simple como divertirse y soñar. "Super 8" nos presenta a un grupo de niños como esos, no son odiables, caen bien. Los niños tienen sus cosas, sus peleas, comienzan a descubrir el amor, son tontillos.... son en definitiva niños, personas pequeñitas, cada uno con su identidad propia pero todos con una ingenuidad e inocencia que los años aún no han echado abajo. Y la película funciona de sobremanera cuando se dedica a mostrar a los niños y sus relaciones, e incluso cuando se adentra en ese tópico que es "los adultos no nos escuchan".

Decepcionante. Es una película que comienza bien, con personajes simpáticos que transmiten nostalgia al espectador... pero que a mitad del metraje toma un rumbo completamente distinto y va acelerando y acelerando hasta estrellarse contra un muro.