Es fácil, y es apostar sobre seguro. A nivel narrativo es muy sencillo coger personajes antiguos y darles una pequeña escena simpática y emotiva que no condicionará para nada el desarrollo de la historia. No hay trama y no hay ritmo que cuidar... es fanservice en el sentido más claro de la palabra. Pero funciona a la perfección.
Eso sí, es un pelin triste que esta escena, que no aporta nada por muy bonito que sea ver el momento en el que se conocieron Duff y Riful, transmita más que gran parte de los capítulos de los últimos años del manga. Habiendo tenido grandes momentos, y sintiéndose que el autor tiene una idea de hacia donde quiere conducir la serie, esta segunda parte de Claymore no ha conseguido transmitir las sensaciones de la aventuras anteriores al salto temporal.
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