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miércoles, mayo 21, 2014

Historia del manga

¡Oh, mi diosa!

Ha finalizado la longeva obra de Fujishima. Poco puedo añadir a lo que comenté hace unos meses cuando el manga alcanzó su capítulo 300 (ver reseña). La serie encaraba desde hace unos años su final, cuando un arco claramente shonnen se convirtió en una reescritura y una culminación de la premisa inicial con una declaración sincera de amor y compromiso por parte de los dos protagonistas con unos inmejorables testigos de por medio. Aparecieron los personajes que aún quedaban pendientes de aparecer, el dibujo siguió siendo de escándalo, el humor siguió presente, el carisma de los secundarios lució y el autor intentó también una salida medio simbólica con todo lo de la dama del lago (parte que a mi no me gustó especialmente, pero cuya valentía e intención no se puede negar).
Su autor ya ha anunciado que el siguiente mes volverá con una serie de tipo "mansión ikkoku" que comenzó algunos años y que tenía en stand-by. No deja de ser algo muy parecido a lo que era esta serie, con una pareja protagonista muy clara y un puñado de secundarios liándola a su costa. Es un estilo inocuo y algo anacrónico que el autor controla, y que no deja de resultar arriesgado sin el colchón que da una franquicia asentada durante muchos años pero supongo que Fujishima estaba ya hastiado de Belldandy y cía y temía quemar una serie que daba síntomas claros de agotamiento.
"¡Oh, mi diosa!" ha acabado, puede gustar más o menos su final, pero creo que es bastante digno y, sobre todo, es un final... algo que se hace muy difícil de ver en mangas como este. Porque yo puedo ser un poco más viejo, pero desde que me adentré en el mundillo "¡Oh, mi diosa!" estaba allí. Esta era una de esas series que uno conocía en los 90 cuando el boom de los grandes shonnen impulsó el manga en occidente, era una de esas series que apareció junto con clásicos como "3x3", "Gun Smith cats" o "Alita", eran esas series distintas que mostraban que los japoneses pensaban en algo más que en rubios destrozando planetas (ver reseña), un inquietante homoerotismo (ver reseña), el desconocimiento total de los deportes (ver reseña) o el erotismo cómico inocentón (ver reseña). Este manga estaba ahí antes de los coleccionables con "Ninja Scroll" y "Akira" en su primer fascículo y "Ghost in the shell" en el segundo, incluso estuvo ahí con una nueva adaptación de su anime cuando los fansub explotaron en internet.
Su calidad puede ser discutible, y está claro que su puritanismo resulta claramente fuera de lugar en estos días. Pero era una de esas series que uno identificaba con el mundo. Podían llegar épocas de mechas, podían llegar fiebres de moe, el echii podía desatarse algunos años, podía haber Haruhis o Titanes... pero al margen de las modas esta era una de esas series que siempre quedaba. 
Ahora ha acabado.
La serie merecía un descanso y ha tenido un final digno, pero tras 25 años de presencia constante de las diosas... no va a dejar de ser curioso acostumbrarse a la idea de que esta serie ha finalizado. Echaré de menos a Keiichi, Belldandy, Urd, Skull, Peorth y Hild. 
No se si es una serie que recomendaría a todo el mundo, pero creo que es justo catalogarla como "imprescindible" del manga. Es historia misma del medio.

viernes, octubre 25, 2013

Lo extraño que resulta que un manga se acabe.

¡Oh, mi diosa! - Capítulo 300

"¡Oh, mi diosa!" se acaba. Creo que no hay otra posibilidad. Kousuke Fujishima comenzó hace varios años un arco que parecía ser sorprendentemente shonnen pero que, tras un más que decepcionante desarrollo, ha evolucionado a la prueba final para el romance entre los dos protagonistas. Comenzamos con mi adorada Hild, pero la madre de Urd dio paso a la de Belldandy para acabar con el propio padre y una "reescritura" del contrato que dio comienzo a la serie. Después del fin de los sucesos actuales -que perfectamente pueden ocupar dos o tres años (recordemos que por alguna extraña razón los capítulos de este manga mensual pasaron hace tiempo a tener la extensión de un manga semanal)-, no tendría sentido nada más allá de un epílogo testimonial.
Sinceramente, me ha parecido todo bastante decepcionante y aburrido, pero eso no quita lo relativamente sorprendente que, en estos años de mangas interminables, un mangaka acabe su obra más identificativa.
La saga Tales parece haberse abonado a otros grafistas, y Sakura Wars hace tiempo que engrosa la interminable lista de franquicías de videojuegos que han emigrado a móviles y navegadores.
No se hasta que punto estará aburrido Fujishima de su serie, supongo que querrá darle un final digno y que además tendrá la vida resuelta (no tiene aún 50 años). "¡Oh, mi diosa!" puede que no fuera la serie más superventas de la historia, pero tenía una tirada media más que decente y es además una de esas series que se publica con relativamente éxito en muchos paises fuera de Japón. Pero era la serie de este autor, una serie icónica, una serie que le había trasformado de mangaka a personaje de la industria, a un "el autor de...". Es también una serie que podía facilmente alargar artificialmente varios años con sagas inocuas, pues toda la serie ha sido eso en si. Pero no, la esta acabando, no puedo pensar otra cosa. Y eso despierta algo de mi admiración, porque no deja de ser un riesgo, un salir de los acomodado y establecido.
¿Qué hará este hombre una vez acabe esta serie? Lo único que se me ocurre es que retome de alguna forma la serie "You are under arrest". Me parecería algo bastante acertado, unos cuantos tomos retomando a aquella pareja protagonista con muchos más años a sus espaldas y unas circunstancias completamente diferentes. Supongo que este hombre no tendrá problemas de dinero, pero me parece que está sería la única serie "mayoritaria" que podría triunfar algo. Fujishima, como muchos otros mangakas de los 80, tiene un estilo claramente desfasado.
En aquella época se narraba de otra manera, y pocos de los autores de aquellos años siguen siendo superventas en un mundo tan cambiante como el del manga. Adachi y la inmortal Rumiko Takahashi han mantenido una carrera prolífica manteniendo un estilo claramente anacrónico, pero se hace difícil pensar que Aoyama pueda comenzar otra serie, y ya ni hablar de Morikawa. La narrativa, las historias, el dibujo, e incluso estilo visual de estos autores están demasiado marcados por sus grandes éxitos. No pueden evolucionar porque han tenido que pasar muchos, muchos años manteniendo un estilo particular. Un autor que hace una serie de unos pocos años seguirá trabajando, evolucionando en su estilo. Pero una vez que se consigue un gran y prolongado éxito es difícil escapar al encasillamiento y la desidia, Toriyama -posiblemente el mangaka vivo más famoso- es un buen ejemplo de ello.
"¡Oh mi diosa!" lleva un cuarto de siglo publicándose. No hablamos de los 5 años que pudo estar publicándose "Black Cat" antes de que Kentaro Yabuki acabase donde acabase. No hablamos siquiera de la década que Akamatsu empleó en Negima (y creo que puede considerarse a este como uno de los autores que más se mueve de la industria). Estamos hablando de 25 años. El 88. Yo apenas recuerdo imágenes de mi más tierna niñez aquel año de los juegos de Seul. Desde entonces hasta ahora, este hombre ha estado puliendo su dibujo con el casto romance de Keiichi y Belldandy al mismo tiempo que estancaba sus habilidades narrativas. Si ahora comenzara un manga ¿quién lo leería? Tendría notoriedad, por supuesto, pero gran parte de sus lectores actuales le siguen por inercia y por cariño hacia sus personajes. Su historia y sus personajes están claramente fuera del ámbito "mainstream" actual. No es ya que aquellos que comenzaran la lectura en su día sean padres, es que existe la posibilidad muy serie de que muchos de ellos sean abuelos. Sus lectores generacionales ya no leen manga, se encuentra sostenido por una pequeña parte de ellos y luego por los otakus de generaciones siguientes a las que los diversos animes y la popularidad de la serie enganchó a esta.

domingo, agosto 12, 2012

Miau

Pelea de gatas en "Oh, mi diosa". La saga actual, partiendo de una premisa prometedora a la par que inusual en este manga, estaba siendo una basura de proporciones gigantescas, un desproposito de combates happy-happy infumable... pero en los últimos capítulos se ha arreglado de sobremanera desde la aparición de la gran Hild (a pesar de lo extraño que fue ver un capítulo tan fanservicero como ese que siempre buscaba el mejor plano de sus pechos).
Pero al final, la surreal trama del rescate infernal ha acabado derivando en la aparición de una esperada personilla del universo de Fujishima y unas sorprendentes revelaciones sobre la relación entre Keiichi y Belldandy que parecen, por primera vez en mucho tiempo, hacer avanzar la serie a lo que podría ser el principio del fin.

domingo, enero 10, 2010

Un deseo concedido

¡Oh, mi diosa!

Obra magna de Kosuke Fujishima, "Aa! Megami-sama" es una de esas series que surgió a finales de los ochenta y que aún hoy perdura hasta nuestros días. Como "Hajime no Ippo" o "Berserk", más de veinte años han visto ya las particulares aventuras de Belldandy, Keiichi y el resto de sus personajes. Es uno de esos mangas que, inevitablemente, sirven de referente para calificar este negocio y este arte. Conocía la historia a grandes rasgos por las recientes temporadas de anime, pero he por fin ponerme al día con el manga.
La historia es por todos conocida. Keiichi Morisato es un estudiante de mecánica que llama por error a una línea telefónica de ayuda de diosas (¡¿?!) y recibe la aparición de una de estas diosas en su casa para concederle un deseo. Esta diosa es Belldandy, y Keiichi no le pide otra cosa que que se quede con él durante toda su vida. Hay diosas y demonios en el mundo de Fujishima-sempai, y hay batallas entre ellos, pero esta serie es ante todo una comedia romántica y un "slice of life" donde vemos como progresa poco a poco la relación entre Keiichi y esa encarnación de la ternura y todas las bondades posibles que es Belldandy. Los dos protagonistas se quieren desde el principio y apenas hay malentendidos entre ellos más allá de los celos de una Belldandy increiblemente posesiva y la timidez e indecisión del protagonista. En sus primeros tomos, lo edulcorado del romance y lo simple de los problemas de Keiichi hacen el manga bastante simple, la cosa afortunadamente cambia cuando llega Urd. Esa atolondrada y pasional hermana mayor de Belldandy es el primer catalizador hacia el caos de la serie, y tras ella llegaran Skuld, Peorth, Lind, Chihiro-sempai, Welsper, Hild y otros muchos personajes que haran que la vida de la pareja protagonista tenga poco de ordinario (dentro de lo poco ordinaria que ya de por sí era). Los secundarios son los grandes motores que impulsan la comedia de esta serie y los personajes con los que pronto el lector desarrollara una simpatía absoluta. Los hay menos acertados (Sayoko, Marller, Welsper o la propia familia del protagonista), pero Urd, Peorth y Hild son tan absolutamente grandes que elevan la serie hacia un nivel superior con su mera presencia.
El desarrollo de la serie se basa en pequeños arcos más o menos independientes, en los que se alternan acontecimientos sobrenaturales con otros completamente cotidianos. Hay arcos cómicos, emotivos y otros incluso deportivos. "¡Oh, mi diosa!" es un caso extraño de serie en la que hay una galería de féminas casi interminables y estas gozan además de un diseño impecable, pero donde apenas existen clichés de echii o harem. En su desarrollo sigue siendo un manga "ochentero", y eso se traduce en una pureza e inocencia que dificilmente vemos en las series de hoy en día. Es en ese aspecto una serie bastante rara, como he dicho nunca ha verdadera tensión en la relación entre Keiichi y Belldandy, pero la serie ha conseguido sobrevivir a ello durante más de veinte años mediante el sencillo buen hacer de su autor. Es una serie alegre y amable, una serie sin más aspiración y deseo que el de hacer pasar a sus lectores un rato divertido y entrañable en compañía de las diosas. Ni siquiera los demonios son verdaderamente malvados en esta serie pues su rol es parecido al de las diosas, y aunque Marller no termine de convencerme el arco de la reina Sayoko es surrealmente divertido, y la serie cobra una nueva dimensión cuando aparece la reina de los infiernos en forma de ese divertido personaje que es Hild. Los arcos demoniacos son celebrados, pero también lo son aquellos en los que interviene Peorth o los protagonizados por ese gran recurso de la serie que es Urd y su naturaleza dual de diosa y demonio. Hay otros arcos no tan celebrados, Fujishima tiene una pasión excesiva por los vehículos y las carreras y cuando la serie se centra en estos aspectos se me hace bastante pesada (amen de que es una apología de las carreras urbanas bastante excesiva e incluso temeraria) . Cuando el centro de atención pasa de lo sobrenatural a lo natural la serie pierde bastante, el mangaka cuenta entonces historias más humanas y calidas, y algunas son buenas pero las carreras y las explicaciones mecánicas se me hacen demasiado pesadas y de todo el casting "normal" el único personaje que me gusta es el de esa loca llamada Chihiro-sempai. Pero si bien la carrera con sus padres no puede compararse al cumplimiento de deseo de Peorth o a la saga de la perdida de memoria, no son historias pesadas y se agradece su presencia pues logran que no nos empachemos de diosas, y siempre será mejor una serie en la que haya más carreras que episodios de playa o balnearios. En todo caso no deja de ser sorprendente la capacidad del manga para generar arcos argumentales.
El otro gran punto que llama la atención de este manga es, como no, su dibujo. Si bien en los primeros tomos este es bastante primitivo y además cuenta con un diseño de vestuario claramente desfasado por lo extraño que resulta ver hoy en día ropa con tantas hombreras como las había en los ochenta, pronto el dibujo evoluciona hasta ser un verdadero regalo para los ojos. Pero no hay que agradecerle a Kosuke Fujishima unicamente los impagables y preciosistas diseños de las diosas y todo el reparto femenino de la serie (diseños que además son bastante personales dentro de esa moda del moe y el kawaiismo que impera en la industria actualmente). Hemos de agradecerle también el cuidado que presta a los escenarios y a los mil y un detalles que presentan los objetos mecánicos que creen. En todos los niveles posibles de dibujo, "¡Oh, mi diosa!" destaca con unos trazos limpios, detallados, repletos de personalidad y con la agradable calidez de lo que sabemos dibujado a mano. Como aficionado a los videojuegos, es una suerte que como Toriyama tiene la serie "Dragon Quest", el talento de este mangaka sea también explotado en dicho campo mediante la saga "Tales".
Poco más que decir. Sin duda, una de las grandes series del manga de estas últimas décadas. Una serie absolutamente recomendable que espero que perdure aún por muchos años más.