Hay películas que uno siempre ha querido ver. Películas míticas, dirigidas por directores míticos y protagonizadas por actores míticos. "Arsénico por compasión" del maestro Capra y con Cary Grant es sin duda una de ellas. Muchas veces estas películas decepcionan, no siempre envejecen bien y hay algunas en las que las virtudes originales quedan empañadas por lo muy trilladas que estan ya en el cine actual, como me pasó con "La costilla de Adam" (una excelente película que sin duda resultaba mucho más innovadora a finales de los 40 que hoy en dia). Pero hay veces que uno sencillamente se asombra ante la capacidad que tiene el cine para producir obras maestras en apenas 120 minutos. Porque "Arsénico por compasión" pertenece a ese grupo de películas que trascienden el tiempo y son -y fueron y seran siempre- obras maestras.
Capra era un gran director y el maximo exponente del optimismo cinematográfico, y Cary Grant es uno de los mejores actores de todos los tiempos (no es Laurence Olivier, claro, pero llena la pantalla con su sola presencia y es capaz de protagonizar comedias y thriller con igual maestría). De la unión de ambos sólo podía salir una gran película, y si encima cogen como punto de partida la brillante obra de teatro "Arsenic and old lace" el resultado es una comedia perfecta y repleta de humor negro.
La historia comienza con la boda de Mortimer Brewster -un crítico de teatro conocido por sus libros contra el matrimonio- con su vecina. Todo parece ir bien y el protagonista acude a casa de sus ancianas tías -las celestinas de la pareja- para despedirse antes de partir a las cataratas del Níagara, pero he aquí que accidentalmente descubre un cadaver en el arcón de estas, y es que resulta que las dos inocentes ancianas se dedican a envenenar a la gente que ven triste y solitaria para que así tengan una muerte feliz y puedan desansar en paz. El protagonista debe lidiar con este par de asesinas tan irreales, con un hermano que se cree Teddy Roosevelt, con un hermano asesino que vuelve, con unos policias ineptos y hasta con un taxista mientras al mismo tiempo trata de salvar su matrimonio.
La película es un festival de humor negro con algunos momentos sencillamente memorables y unos diálogos perfectos. Tiene pegas, por supuesto, el final quizás es demasiado embarullado y Cary Grant sobreactua como nunca le había visto hacerlo... pero la comedia es tan redonda, funciona todo tan sorprendentemente bien aún habiendo pasado más de 65 años desde que se rodó que uno no puede hacer otra cosa que quitarse el sombrero ante ella.
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