Por esto soy un otaku

5 centímetros por segundo

Soy más aficionado a las series y al manga, pero ocasionalmente veo alguna película de animación japonesa y, si bien las OVAs y la inmensa mayoría no dejan de ser vulgares productos de animación, hay otras que son sencillamente maravillas. Casos excepcionales en los que, además de una realización técnica sencillamente fascinante, se les une una historia maravillosamente bien hilada. Este es uno de esos casos.
Esta película entra inmediatamente por los ojos. Visualmente es fascinante. La animación es fluida como sólo en una producción de este nivel el presupuesto lo permite. El diseño de los personajes es sumamente agradable y familiar a la par que adecuado para los diversos hilos temporales con los que juega la película. Los fondos son detallados y tremendamente hermosos. La animación no sufre ningún altibajo y mantiene durante todo el metraje un nivel altísimo con momentos puntuales en los que la imagen se convierte en un recurso narrativo más y la fuerza de las imágenes sencillamente apabulla al espectador. No obstante, si hay algo que tengo de destacar de esta película es su prodigiosa iluminación. El juego de sombras pero, sobre todo, de diversas fuentes de luz y el como estas afectan a todos los elementos que aparecen en pantalla supera cualquier cosa que he visto en anime. Los cielos, los rayos de luz que se proyectan entre las sombras que crean las hojas de un árbol, las estrellas de la noche, los amaneceres, la oscuridad. Y más meritorio es aún el hecho de que la película sea completamente realista y toda esta maravilla visual no es otra cosa que la representación del mundo normal.
La historia es sencillamente terriblemente cruel y realista. Una sucesión de tres cortometrajes que ilustran la vida del protagonista y como va dejando atrás sueños y amores hasta convertir su vida en algo completamente apático y triste. Resulta desgarrador ver como la hermosa primera historia, un precioso cuento de hadas sólo posible por la pureza e inocencia de dos niños, se convierte en un triste desarrollo en el que la indecisión del protagonista le hace perderlo todo. Lo peor de todo es que la representación de la "oportunidad perdida" o del "sueño olvidado" es algo tan terriblemente cercano a todos que uno no puede quedar indiferente ante el cruel y desmedido realismo de la moraleja de esta historia, historia desagrradoramente real.

Una película absolutamente recomendable, no ya sólo para los seguidores de la cultura visual japonesa, si no para cualquier persona. Una película que, sólo por la maestría con la que usa infinidad de recursos visuales en favor de la historia, justifica esta cultura "otaku" de la que soy seguidor.