Esta entrada es una continuación de esta otra, que escribi hace año y medio, cuando descubrí esta magna obra de Inoue. Las impresiones que tenía entonces se han confirmado. No soy un gran admirador de este autor; soy consciente de que tiene grandes virtudes, pero -al menos para mi gusto- también tiene una considerable colección de defectos que la lastran.
La serie me pareció ejemplar en su primera quincena de capítulos, después empeoraba considerablemente mientras Inoue utilizaba demasiadas páginas para narrar los orígenes de Kojiro y explicar su particular personalidad. Tras ello la serie recuperaba el nivel. En esta entrada analizare esta última parte del manga, parte que, como indica el título, muestra lo mejor y lo peor de este reputado mangaka.
Dejado ya atrás el origen de su gran rival, estos últimos cincuenta capítulos se han centrado en la batalla de Mushashi Miyamoto contra el clan Yoshioka. Creo que hay que diferenciar dos partes: la batalla contra los 70 hombres y el resto. La segunda parte, que podemos decir ocupa la primera mitad de esta parte de la historia y su epílogo es, sencillamente, brillante. Muestra lo mejor de este autor. La narración es precisa como el bisturí de un cirujano; Inoue consigue congregar varias líneas argumentales en torno al evento que el desafió de Mushashi al clan y, al tiempo que profundiza en la personalidad del propio protagonista y en la de sus enemigos, lo hace también en los secundarios e incluso logra establecer una primera confrontación entre Mushashi y Kojiro. Inoue ya nos muestra uno de los grandes momentos de la saga al principio y después consigue mantener la emoción y la tensión a lo largo de los capítulos. El ritmo es extraño, parece lento al hacer mucho incapié en los pensamientos de los protagonistas, pero después se desvocá como un salvaje mandoble en unas pocas viñetas para mostrar las escenas de accíón.
La parte anterior muestra lo grande que es este autor, la siguiente -por desgracia- muestra lo peor. La batalla contra los 70 yoshioka seguramente sea un suceso mítico en la cultura espadachina nipona, pero creo que Inoue se excede claramente en su narración. Demasiadas páginas carentes de emoción para mostrar como el protagonista acaba con sus enemigos; y en función al número de páginas empleadas parece que el autor quisiera mostrarnos como acaba con cada uno de sus enemigos. Esta parte esta cargada de mucho simbolismo y se trata de profundizar un poco más en la personalidad de Mushashi al enfrentarno a un auténtico infierno, pero estos capítulos contituyen para mi una lectura muy pesada y repetiva, espadazos y espadazos que se suceden sin que verdaderamente esta tensión se transmita al lector.
No podría finalizar una reseña sobre Inoue sin mencionar su dibujo, sencillamente superlativo. La narrativa de Inoue hereda claramente de los clásicos y no busca ángulos o encuadres excesivamente arriesgados o plásticos, no obstante si recurre con frecuencia al habítual recurso que constituyen las metáforas visuales. Aquí Inoue, con sus magníficos modelados y su construcción del movimiento, con sus elaborados fondos y el excelente recreación de la sangre y las salpicaduras, muestra un grafismo que convierte cada capítulo en un placer para la vista.
En resumen, Inoue es un mangaka con uno de los mejores grafismos actuales y una habilidad narrativa fuera de toda duda, pero creo que también en ocasiones pierde el rumbo de la historia y se pierde en pasajes relativamente irrelevantes de su historia.
La serie me pareció ejemplar en su primera quincena de capítulos, después empeoraba considerablemente mientras Inoue utilizaba demasiadas páginas para narrar los orígenes de Kojiro y explicar su particular personalidad. Tras ello la serie recuperaba el nivel. En esta entrada analizare esta última parte del manga, parte que, como indica el título, muestra lo mejor y lo peor de este reputado mangaka.
Dejado ya atrás el origen de su gran rival, estos últimos cincuenta capítulos se han centrado en la batalla de Mushashi Miyamoto contra el clan Yoshioka. Creo que hay que diferenciar dos partes: la batalla contra los 70 hombres y el resto. La segunda parte, que podemos decir ocupa la primera mitad de esta parte de la historia y su epílogo es, sencillamente, brillante. Muestra lo mejor de este autor. La narración es precisa como el bisturí de un cirujano; Inoue consigue congregar varias líneas argumentales en torno al evento que el desafió de Mushashi al clan y, al tiempo que profundiza en la personalidad del propio protagonista y en la de sus enemigos, lo hace también en los secundarios e incluso logra establecer una primera confrontación entre Mushashi y Kojiro. Inoue ya nos muestra uno de los grandes momentos de la saga al principio y después consigue mantener la emoción y la tensión a lo largo de los capítulos. El ritmo es extraño, parece lento al hacer mucho incapié en los pensamientos de los protagonistas, pero después se desvocá como un salvaje mandoble en unas pocas viñetas para mostrar las escenas de accíón.
La parte anterior muestra lo grande que es este autor, la siguiente -por desgracia- muestra lo peor. La batalla contra los 70 yoshioka seguramente sea un suceso mítico en la cultura espadachina nipona, pero creo que Inoue se excede claramente en su narración. Demasiadas páginas carentes de emoción para mostrar como el protagonista acaba con sus enemigos; y en función al número de páginas empleadas parece que el autor quisiera mostrarnos como acaba con cada uno de sus enemigos. Esta parte esta cargada de mucho simbolismo y se trata de profundizar un poco más en la personalidad de Mushashi al enfrentarno a un auténtico infierno, pero estos capítulos contituyen para mi una lectura muy pesada y repetiva, espadazos y espadazos que se suceden sin que verdaderamente esta tensión se transmita al lector.
No podría finalizar una reseña sobre Inoue sin mencionar su dibujo, sencillamente superlativo. La narrativa de Inoue hereda claramente de los clásicos y no busca ángulos o encuadres excesivamente arriesgados o plásticos, no obstante si recurre con frecuencia al habítual recurso que constituyen las metáforas visuales. Aquí Inoue, con sus magníficos modelados y su construcción del movimiento, con sus elaborados fondos y el excelente recreación de la sangre y las salpicaduras, muestra un grafismo que convierte cada capítulo en un placer para la vista.
En resumen, Inoue es un mangaka con uno de los mejores grafismos actuales y una habilidad narrativa fuera de toda duda, pero creo que también en ocasiones pierde el rumbo de la historia y se pierde en pasajes relativamente irrelevantes de su historia.
2 comentarios:
La durada del enfrentamiento con el clan de los Yoshioka es efectiva visualmente, pero poco práctica e innecesaria para la narración de la misma.
Erá lógico e importante que deduciéramos a estas alturas la gran evolución que Musashi a hecho. Mostrando igualmente, sus flaquezas.
Ha estado verdaderamente dedicado en mostrarnos el nivel que irradian Kojiro y Mushashi. Para luego enfrentarlos.
Era necesario tanto "relleno". Para nada. Pero es que Inoue no entiende de brevedad, sí de emfasis.
Y es una pena. Pero es una pequeña carencia de este enorme autor, que nos regala tantas otras cosas.
Verdaderamente la batalla es muy buena. No sólo a nivel visual -que es intachable- si no que transmite la angustia y la ansiedad del protagonista a la perfección. Sientes que cada ataque enemigo puede matarlo. Sientes que los enemigos no se acaban nunca.
Pero esto... cuando compras un tomo y te lo lees en 20 minutos no compensa la cara de tonto que te se queda. Y si lo lees semanalmente... sencillamente parece que no se acaba nunca.
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