miércoles, mayo 13, 2009

Ningún disco de power-metal orquestado puede ser malo

Ceslety - Vendetta

El buen power-metal conoció durante los noventa una herramienta poderosa a la par que engañosa: el doble bombo. El buen metal de extrema velocidad que auspiciaban grupos por Stratovarius mostró al mundo un ritmo frenético y espectacular. Pero esta espada tenía doble filo, y ni siquiera un genio como Tolki ha sobrevivido indemne a ella. La razón es simple, el doble bombo agota, ahoga al bajo y fuerza una velocidad terrible, y esta velocidad agobia al espectador y fuerza demasiado los ritmos. El doble bombo ofrece un sónido grandioso, pero hace que las canciones se parezcan demasiado, fuerza demasiado a los compositores y, a la larga... simplemente cansa. Grandes maestros como Kai Hansen no tienen nada que demostrar y se han adaptado a la perfección a él, pero otros pequeños grupos como Sonata Artica o Hammerfall abusaron demasiado de él en un principio... provocando esto que su sónido haya perdido la frescura original y se haga demasiado repetitivo. Es algo bastante peligroso, pues también vemos como a Edguy se le acusa de haber abandonado el power puro y duro antes de que su sonido se hiciera demasiado repetitivo.
Evidentemente es excesivo decir que la culpa del estado actual del power-metal es del doble bombo, pero es un exponente claro de ese agotamiento que pronto muestran los grupos que surgieron a lo largo de los 90 y que practican este género. Pero el power y el doble bombo siguen reservando grandes discos a sus seguidores, y sigue siendo tan disfrutable como siempre. La prueba de ello es cuando escuchamos por primera vez a un grupo, como es el caso de este disco de "Celesty", un grupo que desconocía y que sencillamente me ha maravillado. El suyo es un power rápido y elegante, con una poderosa técnica que se muestra sorprendentemente contenida. Hay buenas guitarras y una bateria trepidante, pero el bajo aparece ocasionalmente y -sobre todo- completan sus canciones con una orquesta y un coro. Este grupo fines tiene un metal firme que demuestra en muchas de sus canciones, pero han optado más por la melodía que por la velocidad pura y pura. Un buen cruce entre la velocidad de Sonata Artica y el exagerado barroquismo de Edenbridge.
El disco se abré con "Euphoric Dream" -un claro ejemplo de lo que es este grupo y seguramente la mejor opción de abertura-, el tema comienza como un simple tiro con unas guitarras a todo trapo que rugen hasta ser sucedidas por un contundente coro; power-metal de la escuela nórdica más tradicional: virtuosismo técnico y unas letras himnicas. "Greed & Vanity", "Lord (of this Kingdom)" y "Dark Emotions" son temás más heavys, algo más tradicionales, duros y oscuros que el resto del disco; la melodía sigue estando muy definida y los recursos osquestales hacen acto de presencia, pero su ritmo es más lento y contundente. "Like Warriors" y "Feared by Dawn" y " New Sin" son temas mucho más melódicos, medios tiempos preciosos que explotan en sus coros e intercalan solos de guitarras con un acompañamiento de música clásica magnífico. "Autumn Leaves" y "Fading Away" explotan aún más la vertiente melódica del grupo con un trabajo vocal y de teclados sobervio. Y la traca final del disco llega con "Legacy of Hate Pt3" un temazo de más de 14 minutos con marcado carácter operístico, lenta y preciosa, con partes que son pura música clásica con otras que son casi rock progresivo y donde al grandioso trabajo del vocalista Antti Railio se le une el de una cantante femenina en un dueto sentido e intenso que me recuerda a los mejores temas de Meat Loaf.
No es un disco que pasara a la historia, es un disco que da una vuelta de tuerca a un sónido ya muy escuchado y le añade una orquestación con muy buen gusto, se le achacará la falta de originalidad que se echa en cara al power desde hace una década... pero es un disco con el que he disfrutado como un enano.

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