La verdad es que tengo curiosidad por saber que libros habría escrito Tom Sharpe si alguién no hubiera inventado la palabra "sodomía". Este es el sexto libro que leo de este autor, y casí puedo decir que he leído seis veces el mismo libro... pero es un libro muy, muy divertido.
La historia nos coloca en este caso en mitad de la lucha de clases, donde un viejo magnate retorcidamente maligno contrata a un ingenuo profesor de izquierdas a fin de que humille a su familia. Naturalmente Sharpe añadirá elementos tan variopintos como enanos, una subnormal, una fábrica de accesorios de sadomasoquismo y cualquier otro disparate que se le pase por la cabeza. Como siempre, partiendo de un argumento pintoresco per estadisticamente posible, el autor inglés ira introduciendo rocambolescas coincidencias y malentendidos hasta que sus personajes y su escenario queden practicamente reducidos al más puro caos. Pero si bien escenario y personajes cambian, el objetivo y la pluma de Sharpe continuan siendo los mismos. Centrándose esta vez la aristocracia más poderosa, Sharpe continua criticando esa hipócrita sociedad británica en la que la masturbación parece ser un crimen mucho más detestable que un asesinato. Así mismo su estilo sigue siendo ágil y sencillo, con un buen dominio del tempo y de los distintos narrativos que entrelaza. En esta novela unicamente le achacaría un final que me ha parecido bastante más flojo de lo que esperaba.
No obstante, dejando a un lado ese pequeño fallo, esta es una novela alocada y terriblemente divertida como todas las de este autor que he tenido el gusto de leer. Muy recomendable.
La historia nos coloca en este caso en mitad de la lucha de clases, donde un viejo magnate retorcidamente maligno contrata a un ingenuo profesor de izquierdas a fin de que humille a su familia. Naturalmente Sharpe añadirá elementos tan variopintos como enanos, una subnormal, una fábrica de accesorios de sadomasoquismo y cualquier otro disparate que se le pase por la cabeza. Como siempre, partiendo de un argumento pintoresco per estadisticamente posible, el autor inglés ira introduciendo rocambolescas coincidencias y malentendidos hasta que sus personajes y su escenario queden practicamente reducidos al más puro caos. Pero si bien escenario y personajes cambian, el objetivo y la pluma de Sharpe continuan siendo los mismos. Centrándose esta vez la aristocracia más poderosa, Sharpe continua criticando esa hipócrita sociedad británica en la que la masturbación parece ser un crimen mucho más detestable que un asesinato. Así mismo su estilo sigue siendo ágil y sencillo, con un buen dominio del tempo y de los distintos narrativos que entrelaza. En esta novela unicamente le achacaría un final que me ha parecido bastante más flojo de lo que esperaba.
No obstante, dejando a un lado ese pequeño fallo, esta es una novela alocada y terriblemente divertida como todas las de este autor que he tenido el gusto de leer. Muy recomendable.
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