La serie se aproxima hacia su final, estamos ya en el Septiembre previo a un Enero en el que Meijin y Queen serán puestos a prueba. En un spokon los enfrentamientos son la culminación de todo, el fin del viaje de los personajes, la metáfora de su crecimiento, el resultado de todas sus acciones. El enfrentamiento, el partido, la batalla... es todo un símbolo, una montaña que los personajes han de escalar. Sin embargo hay series en las que esa última batalla no es necesaria. Creo firmemente que el plano final de Hajime no Ippo han de ser Ippo y Miyata lanzándose el uno contra el otro tras la campana que de inicio a su esperado tercer combate, verdaderamente llegado ese momento los siguientes 60 capítulos de combate son irrelevantes. Creo que Chihayafuru debería tener un final parecido, no importa si Chihaya gana o pierde ante Shinobu, y no veo forma humana de que la autora justifique la emoción o la igualdad a lo largo de cinco enfrentamientos. Una vez suene la primera sílaba del enfrentamiento entre Chihaya y Shinobu, la serie habrá acabado. El monte a superar de los personajes que en este mismo capítulo vemos no es un adversario, es algo más grande y etéreo.
Lo grande de esta serie es que, cuando uno ve ante si la posibilidad de un enfrentamiento entre Shinobu y Suou piensa que no puede ver nada más grande o épico. Un Suou motivado por Chihaya y una Shinobu que quiere recuperar su objetivo inicial. Un enfrentamiento tan poco propiciado por la trama como deseado por los lectores. Fanservice en estado puro...
Y Suetsugu nos demuestra que el simple argumento es mucho mejor. Una escena que parece que no puede ser más épica... y de la nada aparece una niña que echa del plano al mejor jugador del mundo porque quiere jugar, y la autora nos enseña que hay algo mucho mejor que un gran enfrentamiento, y ese algo es ese pequeño milagro de la narrativa conocido como desarrollo de personajes.
Porque los enfrentamientos son importantes, son divertidos, son emocionantes y son todo lo que uno quiera, pero al final lo importante son los personajes. Y de eso Chihayafuru anda más que sobrada, y mientras descansa el triángulo Arata-Taichi-Chihaya, mientras el desarrollo de estos tres personajes como jugadores avanza, la autora no duda en dar protagonismo a Suou y Shinobu para convertidos en verdaderos personajes con los que nos podamos identificar en las finales. Si con Suou lo hemos visto, con esa Chihaya y ese Taichi que en cierta manera le están transmitiendo humanidad al tiempo que le explican el verdadero significado del poema de la hojas otoñales; con Shinobu -la eterna cuarta protagonista de la serie, la gran antagonista de Chihaya- la autora nos ha regalado un perfecto dibujo de su personalidad y de la historia que la ha marcado, viaje que ha ido en estos capítulos desde la sima de las cartas mudas en su falso objetivo de ser la mejor, a su redentor encuentro con su infancia misma.
Porque queremos ver a Chihaya robarle cartas a la reina y queremos ver la resolución del triángulo amoroso, pero sobre todo queremos ver a Shinobu aceptar a Chihaya como rival y a Suou amar el juego. Al final, queremos ver a un grupo de jugadores que, en las finales, en los partidos más importantes, se respeten y se admiren entre ellos, y -sobre y ante todo- disfruten jugando. Y eso es lo que Suetsugu está consiguiendo, poco a poco, forjando un gran grupo de amigos entre los cuales la competitividad vendrá dada por la más sana competencia.
2 comentarios:
Zadkiel
Maravilla de capítulo, siempre pensé en ver a Chihaya ganando el título de Queen, pero ante este desarrollo de Shinobu, que aunque ya ha tenido varios capítulos en el pasado con ella como protagonista, nunca me llegaron tanto como este, tanto que ya no me la imagino perdiendo ese duelo, un final con la primera sílaba de la carta de Chihaya como última página sería majestuoso.
Hace tiempo por curiosidad quise ver el primer capítulo del manga y empieza con Chihaya jugando la final, quizás el manga termine allí también
Yo siempre he visto ese final, en este tipo de series, una vez llega la final... verdaderamente el desenlace me parece irrelevante. Supuestamente Chihaya debe ganar por todo aquello de ser la prota, pero la historia es tan buena que tanto la derrota como la victoria funcionan a la perfección.
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