Un lector ama los libros. Pero entre los millares de páginas que lee siempre hay algunas que quiere por encima de todas. Es dificil, pero hay libros que me gustaron tanto que incluso tengo recuerdos concretos de algún momento de su lectura. Uno de esos recuerdos es cuando me leí el quinto libro de las Crónicas de Belgarath practicamente de un tirón un día que cruce España en tren. La historia de la lucha de Garion, Belgarath y compañía contra el malvado Torak me fascinó como pocos libros lo han hecho. Años después, cuando fui capaz de encontrar su continuación disfruté como un enano al ver que mis viejos amigos no habían cambiado nada en absoluto.
Ya a finales del año pasado releí las Crónicas de Belgarath y las encontre tan terriblemente divertidas y amenas como siempre. Quise espaciar un poco la lectura de Mallorea y la he llevado a cabo estos días, también como un humilde y sentido homenaje al gran David Eddings.
Es esta una saga un poco más compleja que su predecesora, pues si aquella ya tenía poco argumento en esta el autor apenas puede justificar la ausencia de él y muchos de sus defectos como escritor... pero todos estos defectos aparentemente gigantescos no son ante el placer de volver a sus personajes campando de un lado a otro mientras se tiran los unos a los otros afiladas puyas.
Los guardianes del Oeste
El libro más raro de todos los que componen la saga. Eddings aún no había terminado de perfilar la historia y todo el libro tiene cierto aire de "indecisión" que choca con el ambiente ligero que estas sagas suelen tener hasta su resolución.
Es un libro dubitativo e inquietante. Supuestamente todo había quedado resuelto tras la derrota de Torak, luego Eddings tiene que ir añadiendo uno a uno pequeños elementos turbadores para volver a motivar una gran aventura de los personajes.
El principio es la parte más floja de todas las Crónicas de Mallorea, con un Misión que siempre ha sido un personaje complicado y no soporta bien el peso de la novela. Después, afortunadamente, Eddings nos devuelve a nuestro Garion de toda la vida y la novela se convierte en una maravillosa narración de la vida cotidiana del Rey de Riva y su veleidosa esposa. Humor y humor con pequeños viajes que nos sirven para reencontrarnos poco a poco con todos los grandes secundarios de la serie.
De fondo, no obstante, una gran oscuridad, y Eddings -a pesar de sus intentos- nunca se ha mostrado demasiado confiable en este tipo de narración. Asesinatos, posesiones, intentos de infanticidio y conspiraciones convierten a esta novela posiblemente en la mas oscura de toda la serie. Pero, afortunadamente, una profecía acude al rescate y pronto tenemos a nuestros protagonistas de siempre envueltos en una cruzada que les obligara a recorrer todos aquellos palmos del mundo de Eddings que no pudieron recorrer en su anterior aventura.
El rey de los murgos
Un pequeño rodeo por Nyssia para recoger a Sadi y Velvet es la antesala del sueño de todos los lectores de las crónicas anteriores: un viaje al país de los Murgos. Eddings consigue así profundizar algo en los villanos por excelencia de la antigua saga. Nos muestra el lugar de entrenamiento de los dagashi, sus templos, sus ciudades y, por supuesto... a su rey. Urgit se gana inmediatamente el cariño del lector con su afilada lengua, su sentido del humor y su irremediable patetismo.
Como siempre, Eddings nos describe a sus razas con estereotipos y exageraciones, pero siempre con un poso de cariño en el fondo (en el caso de los murgos un poso que esta muy, muy abajo). Es quizás una pena que Urgit salga poco más que en este libro, pero es cierto que su rol se solaparía con Zakath y su personalidad con la de Seda. No obstante, ver a uno de los habituales ladrones cómicos de Eddings como rey es impagable.
Este libro además ya deja muy claro que la historia es una mera excusa para los diálogos y el autor ya no se molesta en trazar una historia demasiado compleja si no que se limita a colocar un camino que sus personajes han de recorrer sí o sí. Podría mejorarse, sin duda, pero Eddings no quiere complicarse y sencillamente quiere disfrutar escribiendo. Así es que deja atrás a personajes como Barak o Hettar cuya carga cómica era relativamente pequeña y los sustituye por Sadi y Velvet, cuyo potencial nos quedariamos cortos si describieramos como gigantesco.
El señor de los demonios
Si en el anterior libro se presentaba al terrible trío que conformaban los dos drasnianos y el eunuco, aquí se confirman sus devastadores efectos y se presentan a Beldin y Zakath como dos nuevos valores de la serie.
Eddings cruza el charco y descubre ante nosotros la extensa Mallorea, gigantesco continente con decenas de regiones en las que desarrollar la acción de estos últimos tres libros. La primera parada es Mal Zeth, donde incluso vemos al Eddings "serio" cuando retrata una epidemia de peste, luego continuamos nuestro viaje hasta parramos desiertos donde antaño vivió Torak y donde ahora campan demonios.
Los demonios constituyen unos enemigos extraños, su presencia ya era turbadora en la primera saga y aquí Eddings aumenta su peso para conseguir un mayor efecto de caos ante el poco carisma que tiene Zandramas como villana principal. No son un gran recurso, pero como siempre, son una excusa más para que los personajes suelten irónicos comentarios.
Seda, Velvet y Sadi cristalizan todo su poder de corrupción en una primera mitad del libro antológica. Beldin aparece después para conformar el perfecto contrapunto a Belgarath, un pequeño borrón de Eddings, que lo había dejado fuera de la profecía pero que luego rectifica convirtiendo al divertido enano jorobado en uno más de la compañía. Zakath se muestra aquí como un buen personaje, pero sigue siendo el emperador de Mallorea y no será hasta el siguiente libro cuando muestre todo su potencial.
La hechicera de Darshiva
Como ya sucedía en las crónicas anteriores, el cuarto es el mejor libro de todos. Aquí Eddings ya ha establecido su grupo y lo muestra a la perfección.
Garion es ahora un narrador confiado y seguro, al que todo se la trae un poco floja porque uno madura después de matar a un Dios. Garion hace las veces de conductor de la trama al tiempo que suelta ocasionalmente algún que otro comentario medio serio, medio alorn. Para ayudar a Garion en ese rol tenemos a Ce´nedra y Polgara, que ofrecen ese maravilloso y misógino contrapunto femenino en la particular guerra de sexos que Eddings y su esposa siempre han desarrollado en sus novelas.
Luego tenemos a Sadi, Velvet y Seda, algo así como un apocalipsis convencido de que es necesario y bueno. Tenemos a Belgarath y Beldin, con sus jocosos comentarios y sus innumerables vicios. Y por último a Durnik, Toth y Eriond, a los que Eddings aparta salvajemente de la acción hasta que son necesarios para algún hecho puntual.
La trama sigue como siempre, avanzando a ritmo de kilómetros recorridos y hasta extremos casi ridículos el poder de las profecías. Como he dicho ya varias veces, es un precio pequeño. Y aquí la particular visita turística de Eddings nos lleva hasta la maravillosamente burócrata Melcena y después hasta unas junglas plagadas de elefantes donde aparece un explendido Zakath y una divertida loba.
La vidente de Kell
La última de las novelas parte con la contra de tener que cerrar una trama casi rídicula. Eddings lo consigue con cierta soltura, aunque aún me parece vergonzoso el que incluyera al mudo Toth sólo para matarlo. Pero si obviamos la resolución, en la que obviamente el autor ha de ponerse serio, el resto de la novela es una pequeña gozada.
Mandorallen puede haber quedado reducido a un secundario, pero Eddings no se olvida de Arendia y nos planta una isla de caballeros con justas, lenguaje florido y "nobles misiones" a pocas páginas del final. Con Zakath convertido practicamente en un alorn, y con nuevas "notas", la saga de Mallorea alcanza aquí algunos de sus momentos más brillantes.
Resta entonces sólo el epílogo. Triste, porque es una despedida de una gran serie de personajes, pero divertido y alegre pues Eddings no podía permitir que uno sólo de sus personajes acabara mal. Y así tenemos una sucesión bodas, bautizos y comuniones donde los pocos personajes que se habían librado del matrimonio en la anterior saga son finalmente "cazados" y arrastrados al altar.
Ya a finales del año pasado releí las Crónicas de Belgarath y las encontre tan terriblemente divertidas y amenas como siempre. Quise espaciar un poco la lectura de Mallorea y la he llevado a cabo estos días, también como un humilde y sentido homenaje al gran David Eddings.
Es esta una saga un poco más compleja que su predecesora, pues si aquella ya tenía poco argumento en esta el autor apenas puede justificar la ausencia de él y muchos de sus defectos como escritor... pero todos estos defectos aparentemente gigantescos no son ante el placer de volver a sus personajes campando de un lado a otro mientras se tiran los unos a los otros afiladas puyas.
Los guardianes del Oeste
El libro más raro de todos los que componen la saga. Eddings aún no había terminado de perfilar la historia y todo el libro tiene cierto aire de "indecisión" que choca con el ambiente ligero que estas sagas suelen tener hasta su resolución.
Es un libro dubitativo e inquietante. Supuestamente todo había quedado resuelto tras la derrota de Torak, luego Eddings tiene que ir añadiendo uno a uno pequeños elementos turbadores para volver a motivar una gran aventura de los personajes.
El principio es la parte más floja de todas las Crónicas de Mallorea, con un Misión que siempre ha sido un personaje complicado y no soporta bien el peso de la novela. Después, afortunadamente, Eddings nos devuelve a nuestro Garion de toda la vida y la novela se convierte en una maravillosa narración de la vida cotidiana del Rey de Riva y su veleidosa esposa. Humor y humor con pequeños viajes que nos sirven para reencontrarnos poco a poco con todos los grandes secundarios de la serie.
De fondo, no obstante, una gran oscuridad, y Eddings -a pesar de sus intentos- nunca se ha mostrado demasiado confiable en este tipo de narración. Asesinatos, posesiones, intentos de infanticidio y conspiraciones convierten a esta novela posiblemente en la mas oscura de toda la serie. Pero, afortunadamente, una profecía acude al rescate y pronto tenemos a nuestros protagonistas de siempre envueltos en una cruzada que les obligara a recorrer todos aquellos palmos del mundo de Eddings que no pudieron recorrer en su anterior aventura.
El rey de los murgos
Un pequeño rodeo por Nyssia para recoger a Sadi y Velvet es la antesala del sueño de todos los lectores de las crónicas anteriores: un viaje al país de los Murgos. Eddings consigue así profundizar algo en los villanos por excelencia de la antigua saga. Nos muestra el lugar de entrenamiento de los dagashi, sus templos, sus ciudades y, por supuesto... a su rey. Urgit se gana inmediatamente el cariño del lector con su afilada lengua, su sentido del humor y su irremediable patetismo.
Como siempre, Eddings nos describe a sus razas con estereotipos y exageraciones, pero siempre con un poso de cariño en el fondo (en el caso de los murgos un poso que esta muy, muy abajo). Es quizás una pena que Urgit salga poco más que en este libro, pero es cierto que su rol se solaparía con Zakath y su personalidad con la de Seda. No obstante, ver a uno de los habituales ladrones cómicos de Eddings como rey es impagable.
Este libro además ya deja muy claro que la historia es una mera excusa para los diálogos y el autor ya no se molesta en trazar una historia demasiado compleja si no que se limita a colocar un camino que sus personajes han de recorrer sí o sí. Podría mejorarse, sin duda, pero Eddings no quiere complicarse y sencillamente quiere disfrutar escribiendo. Así es que deja atrás a personajes como Barak o Hettar cuya carga cómica era relativamente pequeña y los sustituye por Sadi y Velvet, cuyo potencial nos quedariamos cortos si describieramos como gigantesco.
El señor de los demonios
Si en el anterior libro se presentaba al terrible trío que conformaban los dos drasnianos y el eunuco, aquí se confirman sus devastadores efectos y se presentan a Beldin y Zakath como dos nuevos valores de la serie.
Eddings cruza el charco y descubre ante nosotros la extensa Mallorea, gigantesco continente con decenas de regiones en las que desarrollar la acción de estos últimos tres libros. La primera parada es Mal Zeth, donde incluso vemos al Eddings "serio" cuando retrata una epidemia de peste, luego continuamos nuestro viaje hasta parramos desiertos donde antaño vivió Torak y donde ahora campan demonios.
Los demonios constituyen unos enemigos extraños, su presencia ya era turbadora en la primera saga y aquí Eddings aumenta su peso para conseguir un mayor efecto de caos ante el poco carisma que tiene Zandramas como villana principal. No son un gran recurso, pero como siempre, son una excusa más para que los personajes suelten irónicos comentarios.
Seda, Velvet y Sadi cristalizan todo su poder de corrupción en una primera mitad del libro antológica. Beldin aparece después para conformar el perfecto contrapunto a Belgarath, un pequeño borrón de Eddings, que lo había dejado fuera de la profecía pero que luego rectifica convirtiendo al divertido enano jorobado en uno más de la compañía. Zakath se muestra aquí como un buen personaje, pero sigue siendo el emperador de Mallorea y no será hasta el siguiente libro cuando muestre todo su potencial.
La hechicera de Darshiva
Como ya sucedía en las crónicas anteriores, el cuarto es el mejor libro de todos. Aquí Eddings ya ha establecido su grupo y lo muestra a la perfección.
Garion es ahora un narrador confiado y seguro, al que todo se la trae un poco floja porque uno madura después de matar a un Dios. Garion hace las veces de conductor de la trama al tiempo que suelta ocasionalmente algún que otro comentario medio serio, medio alorn. Para ayudar a Garion en ese rol tenemos a Ce´nedra y Polgara, que ofrecen ese maravilloso y misógino contrapunto femenino en la particular guerra de sexos que Eddings y su esposa siempre han desarrollado en sus novelas.
Luego tenemos a Sadi, Velvet y Seda, algo así como un apocalipsis convencido de que es necesario y bueno. Tenemos a Belgarath y Beldin, con sus jocosos comentarios y sus innumerables vicios. Y por último a Durnik, Toth y Eriond, a los que Eddings aparta salvajemente de la acción hasta que son necesarios para algún hecho puntual.
La trama sigue como siempre, avanzando a ritmo de kilómetros recorridos y hasta extremos casi ridículos el poder de las profecías. Como he dicho ya varias veces, es un precio pequeño. Y aquí la particular visita turística de Eddings nos lleva hasta la maravillosamente burócrata Melcena y después hasta unas junglas plagadas de elefantes donde aparece un explendido Zakath y una divertida loba.
La vidente de Kell
La última de las novelas parte con la contra de tener que cerrar una trama casi rídicula. Eddings lo consigue con cierta soltura, aunque aún me parece vergonzoso el que incluyera al mudo Toth sólo para matarlo. Pero si obviamos la resolución, en la que obviamente el autor ha de ponerse serio, el resto de la novela es una pequeña gozada.
Mandorallen puede haber quedado reducido a un secundario, pero Eddings no se olvida de Arendia y nos planta una isla de caballeros con justas, lenguaje florido y "nobles misiones" a pocas páginas del final. Con Zakath convertido practicamente en un alorn, y con nuevas "notas", la saga de Mallorea alcanza aquí algunos de sus momentos más brillantes.
Resta entonces sólo el epílogo. Triste, porque es una despedida de una gran serie de personajes, pero divertido y alegre pues Eddings no podía permitir que uno sólo de sus personajes acabara mal. Y así tenemos una sucesión bodas, bautizos y comuniones donde los pocos personajes que se habían librado del matrimonio en la anterior saga son finalmente "cazados" y arrastrados al altar.
Poco más se puede decir. Ni su antecesora ni esta son dos sagas que pasarán a la historia por el desarrollo de sus tramas y sus argumentos, pero Garion, Polgara, Belgarath, Seda, Ce´nedra y compañía son unos personajes que consiguen algo mucho más importante que narrarte una historia ficticia. Los personajes de Eddings te hacen reír y te hacen disfrutar con su lectura.
6 comentarios:
Las crónicas de Belgarath no están mal (ni especialmente bien). Las de Mallorea las empecé, pero no he seguido. Leí el primero y un poco del segundo. Bastante peor que Belgarath. De este autor lo único que de verdad me ha gustado es Elenium.
Mallorea es extraña en su principio, Eddings no tiene historia y en su primer tomo esta buscando de mala manera una excusa para justificar... que esta escribiendo algo.
A mediados del segundo, cuando Velvet, Sadi y Urgit se unen al carrusel de personajes mejora notablemente.
Pero Eddings es Eddings, y los suyos son unos libros muy "particulares".
A mi particularmente Elenium me gusto, pero me parece su misma historia de siempre uniendo a Belgarath y Garion en el personaje de Falquian.
Tengo pendiente su relectura, aunque me jode porque me quedaría con ganas de releer "El Tamuli" y esta si que es jodida de conseguir (quizás la lectura que más me haya costado en mi vida)
Yo tengo las dos crónicas Eter, y me ha entrado unas ganas tremendas de lerlas. Pero tengo tantas cosas.
Fijate, ahora que estoy en el paro estoy intentando aprender a programar en C++ y, claro, para alguien de empresariales, esto es toda una odisea. Lo mismo lo consigo.
PD: Te cuento esto porque tú eres de informática, creo.
¿Sabes C#, Java o Delphi? Más o menos son todos muy parecidos, y son tambien bastante más asequibles al basarse en objetos.
Uf, C++ no es demasiado amigable. Es un lenguaje muy potente pero también muy peligroso tan pronto como usar un puntero.
Bueno, es algo que ya empecé hace mucho tiempo y que dejo y retomo según me apetece.
Ahora me he propuesto a dominarlo un poco y suelo cumplir mis promesas :)
Saludos!!
Entonces no te puede decir nada. Tienes mi admiración y te deseo suerte (es una tarea chunga).
Publicar un comentario