Star Trek: Espacio profundo 9
Cuando uno piensa en Star Trek, piensa en el capitán Kirk (
ver reseña) o en su sucesor calvo de ascendencia francesa (
ver reseña), sin embargo la franquicia va más allá de esas series y tiene otras menos conocidas pero no menos dignas de mención. Espacio profundo 9 es una de esas series. No diré que es recomendable, diré que sencillamente es mi serie trekkie favorita.
La caravana hacia las estrellas en guerra.
Esta fue una serie que comenzó al tiempo que todavía se emitían las dos últimas temporadas de "La nueva generación", y posteriormente se solapó con las cinco primeras de "Voyager", siendo siempre una serie poco publicitada y posiblemente la más calificable como "spin-off" dentro de la franquicia. Es una serie extraña dentro de este universo, polémica entre los seguidores por la ausencia de un auténtico viaje.
La acción tiene lugar en una base estelar en lugar de en una nave que viaja intrépidamente a donde nadie ha llegado. La DS9 es una base estelar que custodia un agujero de gusano que conecta el espacio de la Federación con un cuadrante desconocido, con lo cual verdaderamente si hay exploración en el sentido más clásico de la palabra. Especialmente en sus primeras temporadas, el casting principal viaja a otros planetas y regiones y se enfrenta a razas desconocidas y fenómenos extraños. Así mismo, tampoco es extraño cuando estos sucesos viajan directamente hacia ellos y la acción tiene lugar en la propia estación espacial.
La exploración existe en la serie, aunque es justo decir que en una escala menor que en el resto de series. Quizás por influencia de la exitosa "Babylon 5", lo cierto es que el enfoque de esta serie es distinto al del resto. Normalmente en cada episodio de una Star Trek los protagonistas se enfrentaban a un suceso particular que hacía que nos planteáramos alguna de las preguntas clásicas de la ciencia-ficción, pero esa pregunta era irrelevante en el siguiente capítulo, donde otro reto esperaba. Esta dinámica se rompe en DS9. Aquí la acción es continua. Los protagonistas no viajan, permanecen fijos en un mismo escenario.
Viajeros van y vienen por la estación, y las aventuras se suceden, pero hay un componente de vida diaria, de convivencia, que apenas se explotaba en las otras series y que aquí se desarrolla en toda su plenitud. Y sobre todo, es una serie con política, con mucha política. La DS9 está colocada en una zona prácticamente en guerra que por avatares del destino se ha convertido en una importantísima frontera comercial, eso significa que los protagonistas han de actuar como embajadores y diplomáticos ante una corte de secundarios muy extensa. Hay muchos frentes problemáticos rodeando la base, y todos ellos se desarrollan a lo largo de las 7 temporadas de extensión de la serie. En la serie original y en "La nueva generación" teníamos algunos conflictos de fondo contra los klingons o los romulanos, y había algún que otro personaje recurrente como Q, pero normalmente si los personajes iban a alguna guerra se olvidaban de ella casí de inmediato. No aquí, aquí vemos evolucionar la política de Bajor y de Cardasia, vemos gestarse toda una guerra y vemos grandes cambios en las grandes potencias del cuadrante. Y sobre todo vemos como todos estos cambios afectan a los personajes. Las otras series se preocupaban de mostrarnos dilemas para preguntarnos como reaccionaríamos ante ellos. Esta serie se centra más en las vidas en sí de los personajes, vemos como poco a poco van cambiado y sucediendo cosas a su alrededor que les obligan a actuar de una forma u otra.
Mientras las otras series siguen a un grupo de exploradores, esta serie intenta imaginar como podría ser la civilización dentro de varios siglos. Esta serie no explora el universo, explora la propia condición humana.
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Admitamoslo, todos queríamos ver esto |
Y explora la guerra. En la serie original teníamos las escaramuzas que la tecnología dejaba y, más allá de algún rayo lo único que podíamos ver era a Kirk pelear en tiempo bala contra un gorn. En "La Nueva Generación" tuvimos Wolf 359, pero apenas fue nada. En "Voyager" tenemos la guerra Borg-8472. Pero eso es nada. aquí tenemos una verdadera guerra. Toda la serie desprende un aire oscuro y catastrófico que cristaliza en sus dos últimas temporadas, ya puramente bélicas. Y ahí batallas, batallas con miles de naves que no se limitan a planos de 30 segundos. Episodios enteros de batalla que, dejando a un lado las entrañables y cutres explosiones de pantallas de control de los puentes, son realmente espectaculares y han envejecido excepcionalmente bien.
Pero el espectáculo y la pirotecnia no son el objetivo de la serie. DS9 llega donde ninguna otra serie de la franquicia ha llegado, mostrando el absurdo de la guerra, narrándonos masacres desde la óptica de civiles, colocando cámaras en los hospitales de campaña, mostrándonos conspiraciones de políticos y arrastrando a los personajes a un torbellino de oscuridad que los despoja de los valores que creían más inherentes a ellos mismos.
Una Babilonia de klingons y romulanos.
Y siendo la serie que menos puede considerarse de "Star trek", es también la serie que mejor explota su universo. Hay mucha cultura popular en torno a esta franquicia, y creo que sinceramente la inmensa mayoría de ella esta construida sobre esta serie.
En verdad en el resto de series las razas están por exigencias del guión, pero apenas sabemos nada de ellas más allá de las necesidades del guión del episodio de turno. Cierto, en "La Nueva Generación" hay un arco importante relativo a la sucesión del Imperio Klingon, y la presencia de Worf en la tripulación hace que conozcamos algo de esta raza, pero no dejan de ser conocimientos tan superfluos como los que descubríamos de los vulcanos gracias a Spock (aunque esto es algo que cambia a lo largo de la serie y poco a poco las aventuras de Picard y cía se hacen más ricas en este sentido).
Podía decirse que en cada episodio de las series precedentes la Enterprise viajaba a un planeta y descubríamos una nueva civilización. En DS9 eso cambia, ocurre de vez en cuando, claro, pero comenzamos a convivir con las razas más importantes de la galaxia y a descubrir de ellos sus tradiciones y formas de vida. En los 60 y 80 era algo casi impensable, pero ya en los 90 esta serie es muy consciente de lo que son palabras como "universo expandido". Así pues hay planetas que comienzan a ser recurrentes como Rysa, hay una historia precedente que lo condiciona todo como los acuerdos de Khitomer o la ocupación cardasiana, y hay razas que tienen toda una forma de vida tan respetable como la terrestre. Es en esta serie donde conocemos de verdad a los klingons, donde vemos muchos matices de su sociedad aunque sea en ocasiones como recurso cómico. Es aquí donde conocemos algo más de los romulanos. Y es aquí donde descubrimos toda la civilización ferengi.
En DS9 no existe sólo la Federación, existen muchas culturas distintas entre ellas, y la serie intenta imaginar como sería la convivencia entre ellas.
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El respeto y cariño de la serie por la franquicia es increíble |
El equipo de la serie ama la franquicia y esto no sólo se nota en el respeto con el toca a sus razas y como expande sus culturas. Siendo la más oscura de todas las series es también la más cómica y autoparódica de todas ellas. Las referencias a otros eventos y personajes de la serie son constantes (aunque naturales y fluidas), y además del mítico episodio de los tribbles tenemos también una dimensión alternativa heredada de la serie original. Personajes de "Voyager" y "La Nueva Generación" aparecen. Tenemos algunos episodios absolutamente surreales de comedia y esta es, probablemente, la única serie de la franquicia en la que los episodios de la holocubierta no son mayoritariamente un horror.
La oscura galaxia de la sección 31.
El honor exhacerbado de los klingons o la avaricia de los ferengi son tan respetables y justificables como los principios de la Federación. La serie lo plantea. ¿Por qué nuestros ideales son mejores? ¿Por qué hemos de imponerlos? Nuestra visión del universo es "nuestra", no es la única, no es la mejor, como tampoco es la peor, sencillamente es la nuestra. Cada persona es un mundo e interpreta cada acontecimiento de una forma, y lo mismo sucede con las civilizaciones. La tripulación de la DS9 tiene varios integrantes que no pertenecen a la Federación y tiene una forma distinta de pensar al idealismo que esta supone, lo cual conlleva un choque de ideas y de conceptos muy sugerente.
Y llegamos así también a los gloriosos grises de esta serie. Con Kirk, y sobre todo con Picard, veíamos una Federación luminosa. Un futuro brillante al que aspirar. Ese futuro desaparece en DS9. Aquí los protagonistas son machacados una y otra vez por problemas con los que han de convivir, y la serie adopta un enfoque más práctico y realista. Los personajes quieren hacer lo correcto, pero estas decisiones les llevan al límite y a veces sencillamente la oscuridad les arrastra. No hay un personaje puro en la serie, ni siquiera el riguroso y justo Odo está exhento de algún gris.
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La oscuridad de las decisiones tomadas en tiempo de guerra. Impensable en otra serie de la franquicia. |
Y todo esto culmina con ese brutal añadido que es la Sección 31. El futuro que Star Trek plantea puede ser muy brillante, pero al final los hombres somos hombres, y la serie no duda en plantearnos hasta podemos llevar nuestros ideales. ¿Cúal es el precio de nuestras convicciones? ¿Hasta que punto el fin justifica los medios? ¿Qué sacrificios merecen la pena? ¿Podemos librarnos en verdad de nuestros demonios internos? ¿Podemos conservar nuestra integridad cuando somos llevados al límite? ¿Seguimos siendo en el fondo animales preocupados por la preservación de la especie?
Esta serie se escribió en los 90 y escapó a la autocensura paranoica que imperó en muchas series tras el 11S. La ausencia de miedo de la serie provoca que haya envejecido excepcionalmente bien, planteando cuestiones y debates sobre seguridad y libertad, sobre la moralidad de nuestras acciones, sobre los actos y las consecuencias. Debates que nunca caducan.
Justicia sólida.
Naturalmente, he de hablar de Odo, aunque es difícil hacerlo sin destripar varias de las principales sorpresas del desarrollo de su personaje. Un personaje tan entrañable como triste se erige en el gran faro moral de la serie. Odo no sólo nos pregunta hasta donde estamos dispuestos a llegar por aquello que es correcto, sino que incluso nos hace plantearnos hasta que punto puede una mente sobreponerse a las necesidades y los instintos del cuerpo que la aloja. Un personaje fuera de lugar, superior a todos pero al mismo tiempo inferior por su refrescante ingenuidad. Odo retoma el rol de búsqueda de humanidad que tenían Spock y Data en las series precedentes, añadiéndole aquí preguntas sobre la naturaleza humana desde la óptica de un observador superior y enarbolando como pocos la bandera de la tolerancia hacia lo que es distinto.
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Allí donde ningún romance ha llegado |
Y al hablar de Odo he de hablar del Dominio. Curiosamente esta serie tiene con ellos y con Dukat a los mejores enemigos de la franquicia. El Dominio está constituido por Dioses asustados. Una entidad tan superior, tan distinta al resto de criaturas que no puede considerarse igual de ninguna forma. Y sin embargo actuan regidos por el miedo, por el odio a haber sido marginados y perseguidos durante toda su vida, por el recuerdo a la debilidad individual. En una serie tan oscura, no tendrían sentido unos enemigos de un imperio expansionista (de hecho hasta Dukat muta en este sentido, en un giro que he decir que es algo raro y no termina de funcionar). La lucha contra la paranoia llevada al extremo que rige al Dominio es un mensaje mucho más acorde con la serie.
De profetas y serpientes.
Si había algo que me daba miedo en esta serie era su premisa inicial. Lo poco que vimos de la alferez Ro y los bajorianos en "La Nueva Generación" los convertía poco menos que unos refugiados judíos que habían sido ocupados por unos nazis en forma de cardasianos. Las perspectivas no eran buenas. Además la idea de los maquis, una especie de resistencia de guerrilla, no ayudaba. Y para colmo teníamos religión.
Y sin embargo la serie no sólo sobrevive a esta premisa, si que no que intrépidamente se adentra en terrenos muy pantanosos. Ni los bajorianos son unos santos, ni los cardasianos unos déspotas. Obviamente no se posiciona a favor de la invasión, pero ni mucho menos ofrece una visión sesgada y maniquea de esta. Vemos el conflicto desde la óptica de los oprimidos, teniendo aquí una visión tanto de los guerrilleros como de la resistencia pasiva, se valora aquí hasta que punto es útil la resistencia e incluso el muy puntilloso tema de los colaboracionistas. Igualmente vemos la óptica de los soldados opresores, intentando algunos de ellos ser justos y otros estando sencillamente arrastrados al conflicto. Vemos el conflicto desde la óptica de los civiles y de los soldados, de los vencedores y vencidos.
La serie hace equilibrios al añadirle a esta guerra y ocupación, a la que tan facilmente se le puede buscar un paralelismo en nuestro mundo, connotaciones religiosas. Haciendo que nos cuestionemos la fé de un pueblo y que pensemos algo tan obvio como donde están los dioses cuando se les necesitan. La visión de los Profetas quizás peque de ser demasiado benigna, y sobre todo en su recta final la serie opta por una solución fácil con los Pal-wraith, pero las preguntas no dejan de estar ahí y en este sentido me gusta que incluso podemos extender las cuestiones religiosas al Dominio, con el que la serie encuentra un interesante paralelismo religioso con respecto a Bajor.
Aquí también tenemos la muy peliaguda figura del capitán Sisko como el Emisario. La serie lo usa un poco como comodín para reforzar la situación del capitán y darle algo de fuerza en un marco en el que normalmente no tendría apenas poder. Es una parte muy peligrosa de la trama a nivel de guión, pero creo que más o menos sobrevive a ella y se hace creíble. En algún momento los guionistas lo usan para alguna trampa, pero en general está bien llevado y no se convierte en el gigantesco "pero" que uno esperaría al principio de la serie.
Y ya puestos a hacer equilibrios, la serie se quita cualquier red de seguridad y no duda en mostrar como se usa la religión, así como la guerra, y la propia paz, en la política. Ningún bando tiene el monopolio del bien o el mal, este puede encontrarse en cualquier persona, ya tenga una nariz extraña o una cuchara en la frente.
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La joya de la corona de los secundarios |
Y aquí me es imposible no mencionar a Garak y Dukat. Gracias al desarrollo continuo de la serie, podemos ver al que probablemente sea el mejor y más ambiguo secundario de la franquicia, así como al más carismático de todos sus villanos. Los secundarios recurrentes son uno de los grandes aciertos de esta serie, y eso con esta pareja de cardasianos y el gran número de grises que aportan, con los que la serie consigue elevarse un poco más y ofrecer una visión de la ocupación y los opresores más compleja y gratificante.
Kirk sólo era un profeta de la sobreactuación
Y con este par de memorables secundarios, pasamos a los personajes. Star Trek siempre suele tener grandes personalidades, pero en esta serie encontramos muchos, muchísimos personajes que evolucionan a lo largo de las temporadas. Picard y Data evolucionaban en "La Nueva Generación", como también lo hacían en menor medida Worf, Riker y el resto. Janeway también evoluciona, como 7 de 9 o el Doctor. Pero nada de eso es comparable al jugo que le saca DS9 a sus personajes, donde incluso consiguen sobreponerse a la baja de Terry Farrell como Jadxia y encontrar una eficaz Ezri.
Tenemos la evolución de una gran pareja de amigos extremadamente distintos como son O´Brian y Bashir. Tenemos una guerrillera obligada a vivir en la terrible paz como Kira (e imposible aquí no mencionar su versión "alternativa"). Tenemos a una criatura con 8 vidas a sus espaldas. Tenemos a un klingon que continua buscando su lugar en la galaxia. Tenemos a la criatura más solitaria y trágica de toda la franquicia con la forma nítida de Odo. Tenemos generales klingons y romulanos, y tenemos todo tipo de cardasianos y bajorianos que muestran que ni unos son los malos ni otros los buenos.
Y tenemos a los ferengis. En "La Nueva Generación" aparecían como unos grandes villanos, y creo que eso se pierde y que es una lástima. Pero Quark y los suyos dan grandes momentos. Tienen un papel principalmente cómico, pero las verdades que espeta ese cantinero ocasionalmente en sus escenas con Odo y Sisko son brutales y le convierten seguramente en el personaje más realista de la serie (o al menos en el más comprensible desde la óptica de un ciudadano de nuestros días). Y Nog y Rom, dos personajes inicialmente creados como meras comparsas cómicas se convierten en un momento dado en auténticos filones para los guionistas de la serie.
E igualmente que la serie aprende a explotar a los ferengis, sabe cuando ignorar a Jake. Jake, el niño, el candidato a nuevo Weasly. Este era un personaje que no hacía presagiar nada bueno. Y saliendo en los títulos de crédito, la serie... pasa de él. Nog, su amigo, tiene un rol mucho más importante. Y Morm sale en más episodios. Sin embargo Jake es un personaje que hace algo muy importante, no estorba. Jake es un personaje capital para el desarrollo de la serie, pero no está cuando no es imprescindible, y la serie no busca el drama fácil con su padre. Y cuando aparece, sencillamente protagoniza algunos de los mejores episodios de la serie, ya sea en el plano sentimental o para recalcar alguno de los mensajes de la serie.
Y obviamente tengo que acabar con el capitan Sisco. Avery Brooks no es el mejor actor del mundo, y su capacidad de sobreactuación deja en ridículo a la del capitan Kirk, por increible que pueda parecer. Pero Sisko funciona. Siendo un personaje casi bipolar y paródico, funciona. Conforme avanza la serie funciona mejor. Sisko es un militar fuera de su entorno al principio, y conforme la trama nos transporta a una guerra su carácter encaja más con la historia.
Kirk era un aventurero. Picard un diplomático. Janeway una científica. Sisko es un militar. El idealismo de la Federación de su contemporáneo Picard está en él, y cree en él con todas sus fuerzas. Pero es un personaje más realista, y por ello su progresivo viaje hacia los infiernos de la condición humana funciona mejor que la obsesión de Picard con los Borg. Sisko es un hombre de acción, un comandante que no dudaría en sacrificarse por aquello en lo que cree, y por ello el mensaje antibelicista de la serie funciona bien, porque vemos su desesperación cuando comprobamos que todos sus sacrificios y los de todos sus hombres apenas sirven ante el monstruo de la guerra.
Qapla'
Y así finaliza mi reseña de Star Trek: Espacio Profundo Nueve. No es una serie perfecta, se le puede achacar que su ritmo es mejorable, especialmente en sus primeras temporadas, donde tarda algo en arrancar. Se puede criticar algo la calidad de sus interpretaciones. Se puede decir que el guión de algunos episodios es flojo. Pero todo ello son cosas comprensibles en una serie de casi 180 episodios de los 90, donde las cosas se hacían de otra forma. Esta es una de esas series que comenzaba a mostrar las virtudes de una narración continuada, y lo hacía recogiendo el testigo de un cuarto de siglo de cultura de viaje hacia las estrellas. No es una serie fácil de primeras, es oscura y tosca, y necesita de cierta cultura trekkie para ser disfrutada.
Pero una vez uno de sumerge en ella encuentra personajes fascinantes como Odo, Quark, Garak o el mismo Sisko. Una vez uno se sumerge en ella encuentra un retrato de la guerra para nada idealizado. Uno se encuentra ante la ciencia-ficción más oscura, aquella que te que recuerda la oscuridad que hay en la condición humana. Uno se encuentra mirando al abismo que te devuelve la mirada.
Intensa y emotiva, terrible a la par que esperanzadora, divertida y espectacular. Espacio Profundo Nueve puede ser la peor de las Star Trek habida cuenta del concepto de estas. Y quizás sea la peor de sus series, pero al mismo tiempo es una de las mejores series que he tenido el placer de ver.