La primera temporada, con los dos primeros arcos, me pareció una grandísima serie (ver reseña), y en su continuación ya directamente la franquicia me ofreció algunos de los mejores combates que había visto y unos momentos sencillamente inolvidables (ver reseña). En esta cuarta parte de las aventuras del clan Joestar la progresión continua, siendo la serie una auténtica joya.
Los defectos de la cruzada del polvo de estrellas, con esa estructura tan ochentera como anacrónica hoy en día en la que los protagonistas iban recorriendo medio mundo y siempre daba la casualidad de que en cada poblado había un secuaz de Dio aquí dan lugar a un extraño slice of life sobrenatural donde la gran protagonista no es otra que la ciudad de Morioh. El argumento de esta cuarta temporada de la serie es algo difuso, sencillamente Jotaro llega a una ciudad en la que sospecha que hay un asesino, y en esa ciudad vive un hijo bastardo de Joseph, y tanto él como muchos otros son usuarios de stands... comenzará entonces una sucesión de extrañas interracciones entre ellos, amistosas o antagonicas dependiendo de los personajes e incluso del tiempo. Poco a poco se nos dibujará una pequeña gran ciudad que, respaldada por un maravilloso cromatismo plagado de colores pálidos que contrastan fuertemente entre sí, mostrará mil y un secretos de manos de sus protagonistas. En esta Jojo no siempre prima la acción, a veces un episodio puede estar dedicado a un restaurante y a como los protagonistas malinterpretan a su dueño, a un boleto de lotería, a una chica acosadora, o incluso a un alien. En Morioh hay amenazas terribles como Yoshikage Kira -uno de los mejores villanos que he visto en un manga o anime- o "Red Hot Chili Peeper" -otro grandísimo enemigo-, puede haber asesinos, y puede haber incluso aliados muy problemáticos (porque además el grupo protagonista no es una balsa de aceite y entre algunos de ellos hay claras animadversiones), pero lo importante es que aún con todas esas amenazas la serie nunca deja de dar la sensación de mostrarnos el día a día de los habitantes de una ciudad... por muy extraña que esta sea.
Y naturalmente tenemos los stands... la serie ya ha saltado definitivamente hacia ellos y no necesita siquiera buscar relación con las cartas del Tarot o intentar explicar lo que podrían ser ciertas incongruencias con toda la saga de Dio (si mis informaciones no me fallan, todo el tema del arco y los stands será algo explicado en la siguiente entrega). La franquicia ha encontrado en los stands su rasgo identificativo, y se ha dado cuenta de que cuanto más "bizarros" sean, y cuanto más raros y extraños sean los emparejamientos más brilla. Y así tenemos stands que parecen normales o "poca cosa", pero a los que les saca un partido brutal por algo tan sencillo como la inteligencia de sus usuarios como es el caso del Crazy Diamond de Jousuke, el Killer Queen de Kira o esa locura que es Stray Cat. Hay stands muy poderosos en el sentido tradicional como Heaven´s Door o Red Hot Chili Peeper... y luego hay cosas muy, muy extrañas como es susurrador de espaldas, el que coloca candados de culpabilidad o jugador de "piedra-papel-tijera". Vemos cosas muy raras y muy extrañas en esta serie, pero lo grande es como los stands interactuan entre ellos conformando unos combates increíblemente locos a la par que lógicos; en esta ocasión, salvo algún momento muy puntual, no da la sensación de que los protagonistas se enfrenten a un enemigo con un stand que sería inútil en cualquier situación... salvo en la que casualmente se encuentran. Esto se debería a lo imprevisible de la trama, el carácter de la serie de investigación sobre una ciudad, de reflejo de la vida de esta, ocasiona que tan pronto como podemos ver varios episodios intrascendentes seguidos podemos ver también como la trama estalla de repente.
Lo anterior, no obstante, también puede convertirse en una pega de la serie, ya que ese desarrollo -ya sea premeditadamente o no- es algo errático. Lo imprevisible de la trama es una gran virtud en ocasiones, pero también hay otros momentos donde parece obvio que estamos viendo X relatos individuales engarzados juntos, así como hay personajes cuyo aparente protagonismo inicial parece difuminarse notablemente. Otra queja -y es una bastante importante-, sería que hay decir que la serie es muy tramposa por momentos. Dejando de lado las surreales habilidades que llega a desarrollar "Killer Queen", hay algunos momentos en los que el guión trampea mucho con las habilidades de los protagonistas o con su simple inteligencia, y es comprensible que Jotaro tenga que quedarse al margen para el lucimiento de los nuevos protagonistas, pero normalmente los medios de los que se vale el autor para conseguirlo son bastante discutibles.
La animación es distinta a la de las temporadas anteriores; el ordenador se nota mucho menos ahora, lo que también se traduce en bajones de animación y un aspecto menos consistente; pero al mismo tiempo los colores son más exagerados e imposibles, confiriendo a la producción un aspecto inconfundible y único. Los diseños de personajes continúan la progresión de la serie, con una masculinidad aún más exagerada y respaldada por un un sentido de la moda que salta constantemente de la elegancia a la horterada imposible. Sólo por su extremo e inimitable estilo visual, esta serie sería recomendable, pero en el apartado técnico hemos de sumarle una gran banda sonora con algunos buenos temas y un gran trabajo de actores.
En cuanto a ritmo y dirección, tiene algún episodio lento para adaptar alguna trama corta puntual, pero en general la serie mejora el ritmo de sus predecesoras, siendo más variada en sus situaciones y mostrando además unos combates que no se eternizan durante varios capítulos. La trama está bien desarrollada a lo largo de los 39 capítulos de la serie, y la acción en todas las batallas está muy bien narrada. Tengo entendido que, en su recta final, modifica la estructura del manga ofreciendo un montaje paralelo de varios enfrentamientos, y aquí tengo que decir que me parece un acierto pues ayuda a repartir el protagonismo más equilibradamente entre los diversos protagonistas.
Si las anteriores temporadas ya eran muy buenas, esta cuarta temporada sencillamente es aún mejor. Reduciendo los defectos de la serie, potenciando sus virtudes y encontrado algunas más por el camino. Aún siendo consciente de que, por su violencia y lo extremo y bizarro del comportamiento de sus personajes, no creo que sea una serie para todos los públicos, la adaptación al anime de este mítico shonnen me sigue pareciendo uno de los grandes imprescindibles del anime de estos últimos años.