Capítulo simple y funcional, pero capítulo tremendamente emotivo. El capítulo tiene un protagonista tan claro que lo eclipsa todo, pero aún así me gustaría mencionar un par detalles. Las celebraciones de la fuga dejan unas imágenes cuasi anecdóticas de jolgorio y fiesta, pero Oda es capaz de usarlas para resaltar las características de cada uno de los personajes. Así pues resulta cuanto menos extraño ver a Luffy y Buggy abrazados sabiendo el odio del segundo hacia el primero, pero no deja de mostrar ese extraño y bohemio mundo de piratas románticos que estos siempre han representado. Mr.3 llora a moco tendido, un personaje orgulloso antaño y que una vez despojado de este ha experimentado un cambio más que notable; es este el personaje más "marginal" del grupo de fugados y espero que Oda nos muestre algo más de su futuro pues es cuando menos interesante. Cocodrile, por supuesto, se gana parte del capítulo con esa simple afirmación que además de defenderse pueden atacar. El mangaka adelanta trabajo con un Ivankof que vemos como trabaja en la curación de Inazuma, algo que supongo que nos permitirá volver a tener al "hombre-cangrejo" en breve. Jimbei, por su parte, asume definitivamente el rol de "compañero serio" que aconseja a Luffy y refrena sus impulsos individuales en favor de sus deberes como capitán indiscutible de este grupo.
Pero, como en pocos capítulos, estas 18 páginas están dedicadas por completo a la figura del que casi podríamos considera decimo tercer miembro de la banda (y particularmente le pondría antes que Vivi o a cualquiera de los dos barcos), hablamos por supuesto del gran Mr.2. El okama abandonó a Luffy en un momento en el que su sentido practico e inteligencia tuvieron que dolerle más que ninguna otra herida, inmediatamente después se había redimido, pero Oda aún le quería dar una grandísima escena. Al igual que cuando la banda huyo de Hina, Mr.2 se ha quedado atrás para abriles el camino y permitirles huír. Quizás podían haber derrotado todos juntos a Magellan, caso de haber sido necesario habría sido posible, pero habría llevado tiempo y dolor, y Mr.2 no estaba dispuesto a echar por la borda tantos sacrificios. En honor a la amistad, al concepto más noble y puro de camaradería, se ha quedado atrás. Poco o nada se puede decir de este gesto que no se haya dicho nada y, por muy propio de Bon-chan que sea, no deja de impresionar ver como se resigna a morir (en el mejor de los casos) por sus amigos. El dolor de Luffy y de otros tantos personajes que apenas le conocían como Ivankof, Buggy, Jimbei o el propio Mr.3 no deja de ser el dolor de los mismos lectores al contemplar un momento tan sobrio, implacable e inevitable. Pero no hay porque llorar, pues pocos personajes pueden aspirar a una muerte tan digna y orgullosa como la de este personaje.
Esperemos que, como es tradición en One Piece (una tradición criticada pero cuyas virtudes hemos visto en esta saga como en ninguna otra), Bon-clay no muera y pueda reaparecer dentro de 300 capítulos aunque sea para sacrificarse ante Kaidoh. Pero este capítulo constituye una derrota más para Luffy. Una tan dolorosa como la sufrida ante Kizaru. De nuevo sus actos han ocasionado la perdida de un gran amigo, la sensación de impotencia no es tan grande pero en este caso Luffy ni siquiera ha sido consciente del sacrificio y eso quizás le duela más. Bon-clay se ha sacrificado por él cuando, por su rol de capitan y líder, es él quien debe ayudar a sus compañeros y no al revés. Magellan e Impel Down le han infrigido aquí a Luffy su golpe más terrible.