Cualquiera que haya visitado este blog en varias ocasiones durante los casi dos años que lleva en marcha se habrá dado cuenta de que es tremendamente apersonal. Salvo en un par de contadas ocasiones en las que, por motivos de trabajo, iba a estar un largo periodo de tiempo sin actualizar no comenté nada sobre mi vida. Este ha sido siempre un blog centrado en reseñas, en críticas sobre mangas, animes, videojuegos, libros o discos que me he conocido. Me gusta mucho escribir, pero muy poco hacerlo sobre mi. No dije nada cuando acabé la carrera o cuando conseguí trabajo. Apenas hago memes de los que me pasan (y verdaderamente espero que nadie se moleste por ello). Hoy voy a romper esa regla casi escrita de este blog e incluso voy a subir un par de fotos en las que aparezco. El motivo no es otro que un viaje que realize este fin de semana, un viaje absolutamente inconcebible para los parámetros "normales" de la sociedad en la que nos encontramos pero que me ha proporcionado un par de recuerdos que atesoraré durante toda mi vida.
En primer lugar he de dar las gracias a dos personas, la primera es Naerys, que con esta entrada de su blog, hizo que me arrepintiera de no haber ido a Madrid a conocer a George RR Martin y, perdida esa oportunidad, me diera cuenta de que si dejaba escapar el resto de oportunidades que tenía me arrepentiría durante mucho tiempo. La segunda persona es mi hermano, el hombre que viste la camiseta de "Berlin" en la primera foto pues, por muchas ganas que tuviera de conocer a Martin es muy posible que no lo hubiera hecho si hubiera tenido que hacer ese viaje en solitario. Vivo en Murcia y es dificil encontrar personas que esten de acuerdo en recorrer trescientos kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para asistir a una firma de libros.
George RR Martin es, sin lugar a dudas, mi escritor favorito. Su saga "Cancion de Hielo y Fuego" me parece sublime a todos los niveles posibles y constantemente releo algunos de sus pasajes mientras espero con avidez esas nuevas entregas que parece que nunca van a llegar. Tengo muchas aficiones pero la mayor de todas es la literatura fantástica, así pues, tenía una ilusión infantil por conocer a este hombre. Lo he conseguido. Fueron unos momentos muy fugaces. Primero unos minutos en la cola donde veías a tu escritor favorito, y que hasta ese momento no era otra cosa que un nombre y un ente abstracto, firmar libros a otras personas. Luego un minuto en el que uno no termina de asimilar ante quien está, en el que responde con torpeza al "please to meet you" de un hombre al que cuasi veneras y despues estrechas la mano misma con la que este hombre escribe. Contemplé como me dedicaba mi "Juego de tronos" con un "Keep your sword short" y mi pequeña y cutre edición de bolsillo de "Los viajes de Tuf" con un "Happy Voyaging". Después uno se vale de su horrible ingles para, nervioso, pedirle a su ídolo una foto que podéis ver sobre estas palabras. Por último, observa como es su hermano el que pasa por todo lo que uno ha pasado apenas unos instantes antes y comienza a darse cuenta de lo que verdaderamente ha pasado.
George RR Martin, como había leído en otras páginas, se mostró siempre terriblemente amable y agradable. Simpático, tenía siempre una sonrisa para sus lectores y parecía encantado ante una situación que -seguro- por momentos le agobió o agotó. Supongo que ha de ser hermoso descubrir lectores de tu obra que ni siquiera comparten tu idioma y, además el ambiente -al menos en la firma en la que yo estuve presente- fue siempre excelente, pero aún así es de agradecer la actitud increiblemente cercana y humana que mostró Martin siempre.
Estas palabras, obviamente, suenan muy fanáticas, y seguramente lo serán. Pero soy un aficionado a la literatura fantástica y un escritor aficionado; conocer a este hombre era algo que jamás había imaginado y fue para todo un honor y un placer. Un recuerdo que sin duda atesoraré durante toda mi vida.
Recorrer 600 kilómetros sólo para que un escritor me firmara un libro me parece excesivo hasta a mi, así que hice noche en Granada y aproveché la mañana siguiente para hacer algo que todo español -y más todo aquel que pase cerca de Granada- ha de hacer casi por obligación: visitar la Alhambra.
Conocía poco o nada de este monumento y no tenía grandes espectativas en él pues, de lejos, no resulta tan impresionante como una Pirámide o un Taj Mahal, sencillamente parecía un castillo antiguo y -por su estilo arábico- no uno que me llamara excesivamente la atención. Me equivocaba. Tres horas emplee para visitar todo el complejo y fueron tres horas en las que mis ojos se deleitaron con las pequeñas maravillas que allí vi. La visita comienza por los Palacios Nazaries, sin duda lo más representativo e identificativo de esta maravilla arquitectónica. Un palacio árabe quizás simple en su diseño, pero increiblemente hermoso en su decoración. Sobrecargado de arcos, fuentes y grabados de todo tipo, sencillamente resulta imposible reparar en todo lo que se esta viendo y el visitante poco puede hacer además de abrir la boca asombrado ante algunas de esas gigantescas salas. Tras visitar esta pequeña maravilla vistamos la Alcazaba, si lo anterior era un palacio, esta parte constituye una auténtica fortaleza medieval. Las vistas de la ciudad de Granada son sencillamente espectaculares y todo se encuentra tan bien conservado que se puede observar a la perfección la funcionalidad de esta gigantesca estructura defensiva. El palacio de Carlos V, si bien impresiona al entrar tiene bastante poco, así que después pasamos al Generalife, no sin antes pasar por el espectacular camino-jardín que compone la azequia real. El Generalife son unos jardines mucho más tradicionales y quizás, occidentalizados, que el resto del complejo. Siguen existiendo infinidad de fuentes que le otorgan una vida notable, pero este pequeño es mucho menos grandilocuente que el Nazarie y eso quizas también lo haga más cálido o cercano.
En resumen, la Alhambra es un lugar sencillamente fascinante. Duele ver como algunas de sus salas han sido mancilladas a lo largo de los años y como las guerras la han destrozado en parte; me parece inconcebible pensar en alguién que al entrar en ese lugar no se siente conmovido por la increible belleza de ese lugar.
En primer lugar he de dar las gracias a dos personas, la primera es Naerys, que con esta entrada de su blog, hizo que me arrepintiera de no haber ido a Madrid a conocer a George RR Martin y, perdida esa oportunidad, me diera cuenta de que si dejaba escapar el resto de oportunidades que tenía me arrepentiría durante mucho tiempo. La segunda persona es mi hermano, el hombre que viste la camiseta de "Berlin" en la primera foto pues, por muchas ganas que tuviera de conocer a Martin es muy posible que no lo hubiera hecho si hubiera tenido que hacer ese viaje en solitario. Vivo en Murcia y es dificil encontrar personas que esten de acuerdo en recorrer trescientos kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para asistir a una firma de libros.
George RR Martin es, sin lugar a dudas, mi escritor favorito. Su saga "Cancion de Hielo y Fuego" me parece sublime a todos los niveles posibles y constantemente releo algunos de sus pasajes mientras espero con avidez esas nuevas entregas que parece que nunca van a llegar. Tengo muchas aficiones pero la mayor de todas es la literatura fantástica, así pues, tenía una ilusión infantil por conocer a este hombre. Lo he conseguido. Fueron unos momentos muy fugaces. Primero unos minutos en la cola donde veías a tu escritor favorito, y que hasta ese momento no era otra cosa que un nombre y un ente abstracto, firmar libros a otras personas. Luego un minuto en el que uno no termina de asimilar ante quien está, en el que responde con torpeza al "please to meet you" de un hombre al que cuasi veneras y despues estrechas la mano misma con la que este hombre escribe. Contemplé como me dedicaba mi "Juego de tronos" con un "Keep your sword short" y mi pequeña y cutre edición de bolsillo de "Los viajes de Tuf" con un "Happy Voyaging". Después uno se vale de su horrible ingles para, nervioso, pedirle a su ídolo una foto que podéis ver sobre estas palabras. Por último, observa como es su hermano el que pasa por todo lo que uno ha pasado apenas unos instantes antes y comienza a darse cuenta de lo que verdaderamente ha pasado.
George RR Martin, como había leído en otras páginas, se mostró siempre terriblemente amable y agradable. Simpático, tenía siempre una sonrisa para sus lectores y parecía encantado ante una situación que -seguro- por momentos le agobió o agotó. Supongo que ha de ser hermoso descubrir lectores de tu obra que ni siquiera comparten tu idioma y, además el ambiente -al menos en la firma en la que yo estuve presente- fue siempre excelente, pero aún así es de agradecer la actitud increiblemente cercana y humana que mostró Martin siempre.
Estas palabras, obviamente, suenan muy fanáticas, y seguramente lo serán. Pero soy un aficionado a la literatura fantástica y un escritor aficionado; conocer a este hombre era algo que jamás había imaginado y fue para todo un honor y un placer. Un recuerdo que sin duda atesoraré durante toda mi vida.
Recorrer 600 kilómetros sólo para que un escritor me firmara un libro me parece excesivo hasta a mi, así que hice noche en Granada y aproveché la mañana siguiente para hacer algo que todo español -y más todo aquel que pase cerca de Granada- ha de hacer casi por obligación: visitar la Alhambra.
Conocía poco o nada de este monumento y no tenía grandes espectativas en él pues, de lejos, no resulta tan impresionante como una Pirámide o un Taj Mahal, sencillamente parecía un castillo antiguo y -por su estilo arábico- no uno que me llamara excesivamente la atención. Me equivocaba. Tres horas emplee para visitar todo el complejo y fueron tres horas en las que mis ojos se deleitaron con las pequeñas maravillas que allí vi. La visita comienza por los Palacios Nazaries, sin duda lo más representativo e identificativo de esta maravilla arquitectónica. Un palacio árabe quizás simple en su diseño, pero increiblemente hermoso en su decoración. Sobrecargado de arcos, fuentes y grabados de todo tipo, sencillamente resulta imposible reparar en todo lo que se esta viendo y el visitante poco puede hacer además de abrir la boca asombrado ante algunas de esas gigantescas salas. Tras visitar esta pequeña maravilla vistamos la Alcazaba, si lo anterior era un palacio, esta parte constituye una auténtica fortaleza medieval. Las vistas de la ciudad de Granada son sencillamente espectaculares y todo se encuentra tan bien conservado que se puede observar a la perfección la funcionalidad de esta gigantesca estructura defensiva. El palacio de Carlos V, si bien impresiona al entrar tiene bastante poco, así que después pasamos al Generalife, no sin antes pasar por el espectacular camino-jardín que compone la azequia real. El Generalife son unos jardines mucho más tradicionales y quizás, occidentalizados, que el resto del complejo. Siguen existiendo infinidad de fuentes que le otorgan una vida notable, pero este pequeño es mucho menos grandilocuente que el Nazarie y eso quizas también lo haga más cálido o cercano.
En resumen, la Alhambra es un lugar sencillamente fascinante. Duele ver como algunas de sus salas han sido mancilladas a lo largo de los años y como las guerras la han destrozado en parte; me parece inconcebible pensar en alguién que al entrar en ese lugar no se siente conmovido por la increible belleza de ese lugar.